Desplazados. (Foto: EFE)

Desplazados. (Foto: EFE)

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Las tensiones étnicas crecen en la ciudad iraquí de Kirkuk, de donde temen ser expulsadas por las autoridades locales kurdas cientos de familias árabes suníes, que huyeron de Mosul tras su caída en manos de los yihadistas de Estado Islámico (EI, ISIS o Daesh).

“Todos los desplazados (árabes) estamos preocupados y temerosos de ser expulsados después de los últimos sucesos en Kirkuk“, dijo por teléfono a Efe Yasem al Sebaui, de 49 años, en alusión a la reciente ofensiva del grupo ISIS contra esta urbe.

ISIS atacó Kirkuk el pasado día 21, cuando logró hacerse con el control temporal de algunas comisarías. Las fuerzas iraquíes lograron expulsar a los extremistas de la zona, pero en los choques perecieron más de 130 personas.

Después de esta ofensiva, las fuerzas de seguridad kurdas “asayish” comunicaron a varias familias árabes que van a ser expulsadas de la ciudad, explicó Al Sebaui, funcionario en una escuela para desplazados.

Las “asayish” fueron enviadas a Kirkuk, situada a unos 170 kilómetros al sur de Mosul, desde la región autónoma del Kurdistán iraquí, después de la retirada del Ejército iraquí de la ciudad en junio de 2014 por la ofensiva de ISIS en el norte de Irak.

Hasta el momento estas órdenes de expulsión no han sido implementadas en medio de la mediación de varias partes para evitar a estas familias un nuevo desplazamiento.

Otro desplazado, que se identificó como Nazar Jedr Manuf, de 36 años, no oculta su preocupación por su familia de cumplirse las amenazas.

“Será una tragedia para mí y mi familia. He trabajado estos dos últimos años en proyectos en Kirkuk, he reorganizado aquí mi vida, pero ahora estamos expuestos en cualquier momento a la expulsión”, lamenta.

Manuf insiste sobre todo en el futuro de sus cuatro hijos, que podría truncarse. Los menores ya han iniciado el nuevo año escolar en Kirkuk, después de perder el curso de 2014 tras su huida de Mosul.

Para este hombre, el motivo de la expulsión de las familias árabes es “político”, refiriéndose sin precisar a la disputa entre los kurdos y las autoridades centrales de Bagdad sobre ciertos territorios.

“Deseamos que las autoridades traten a los desplazados con humanidad, lejos de las rivalidades y problemas políticos, de los que estamos aburridos y de los que hemos sido y todavía somos víctimas”, denuncia Manuf.

Se calcula que en Kirkuk habitan en la actualidad unas 8.000 familias árabes suníes, pero no todas están igual de expuestas a la posibilidad de expulsión.

La ONU manifestó por ejemplo su temor de que las autoridades kurdas obliguen a 250 familias desplazadas árabes suníes a abandonar Kirkuk y advirtió de que una medida de ese tipo supone “un castigo colectivo”.

Con la intención de disipar los temores, las autoridades de la provincia septentrional de Nínive, de la que Mosul es su capital, se han reunido con sus homólogas de Kirkuk.

El presidente del Consejo de Nínive, Beshar al Kiki, explicó en declaraciones a Efe que él y otras autoridades de su zona visitaron Kirkuk para informarse de la situación que afrontan los desplazados.

Según Al Kiki, el gobernador de Kirkuk, Neshmedin Karim, desmintió que las familias árabes vayan a ser expulsadas aunque insistió en que deben retornar a sus lugares de origen una vez sean liberados del yugo yihadista.

El gobernador destacó en un comunicado que los habitantes de Kirkuk, incluidos los árabes, “no acogieron o ayudaron a los terroristas, sino que los delataron”, al tiempo que responsabilizó ISIS de difundir los rumores de expulsión para crear tensión.

“Solo ha habido casos individuales de parte de algunas personas que han intentado presionar para echar a las familias desplazadas, pero nosotros como autoridades los castigaremos, porque no aceptaremos ninguna acción fuera de la ley y porque los desplazados son nuestro huéspedes”, recalcó Karim.

Pese a estas declaraciones, el dirigente del Partido Democrático del Kurdistán, Mohiedin al Mazuri, confirmó a Efe la existencia de estas órdenes de expulsión y subrayó que estas fueron canceladas gracias a “los intensos esfuerzos” del presidente kurdo, Masud Barzani.

Amnistía Internacional (AI) ya acusó a principios de este año a las fuerzas kurdas de intentar “desarraigar a las comunidades árabes como represalia por su supuesto apoyo a Estado Islámico“.

Según el informe de AI, los kurdos y sus aliados han demolido miles de casas de pueblos árabes en áreas bajo su control en Nínive y Kirkuk, con el objetivo asimismo de “consolidar conquistas territoriales en zonas de disputa”.

Fuente: EFE

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