Síguenos en Facebook



Cien días después de su muerte y aunque Cuba ha limitado por ley el uso de su nombre e imagen, la figura de Fidel Castro está más presente que nunca en la isla, donde el fervor hacia el exmandatario comienza a cobrar proporciones mesiánicas que llegan incluso hasta la comparación con Jesucristo.

Desde el fallecimiento del líder de la Revolución cubana el pasado 25 de noviembre a los 90 años, no hay actividad, congreso o celebración en Cuba que no incluya un homenaje a Castro en su programa, mientras los medios de comunicación estatales también le dedican buena parte de su espacio.

Un buen ejemplo de esta situación fue la reciente Feria del Libro de La Habana, el evento cultural más importante del año en la isla.

La cita estaba dedicada a Canadá y sus autores, pero los actos y presentaciones de numerosos títulos en torno a la figura de Castro eclipsaron al país invitado.

El panorama contrasta con la última voluntad del exgobernante , tornada en ley en diciembre pasado por el Parlamento cubano: nada de monumentos ni edificios públicos o calles con su nombre, además de una rigurosa normativa que blindó el uso comercial de su figura.

En vida, el polémico comandante también se oponía al culto a la personalidad, aunque paradójicamente fuera su personal estilo de ejercer la autoridad lo que le valió ser considerado líder para unos y tirano para otros.

“La figura carismática y mesiánica de Fidel Castro fue indudablemente uno de los elementos más populares de la Revolución Cubana desde sus inicios en la década de 1950 hasta por lo menos la primera década del siglo XXI”, señaló a Efe el director del Instituto de Investigaciones Cubanas de la Universidad Internacional de la Florida, Jorge Duany.

La clave está en si la Revolución cubana puede pervivir sin la presencia física del hombre que tan pasionalmente la encarnó.

Según Duany, “el culto y la lealtad al comandante en jefe se convirtieron en uno de los principales sostenes ideológicos de la Revolución, aunque su personalidad avasalladora también provocó un intenso disgusto y resentimiento entre sus adversarios políticos”.

Los medios estatales, hasta ahora, han eludido la palabra muerte y la han sustituido por “desaparición física”, un giro que recuerda a la forma en que Fidel Castro empleaba la expresión “inevitabilidad biológica”.

El diario Juventud Rebelde, órgano oficial de la Unión de Jóvenes Comunistas, fue más allá el 25 de diciembre, día de Navidad en que también se cumplía un mes del fallecimiento del líder cubano: “El tiempo no devora redentores”, rezaba su portada, en un velado paralelismo con la figura de Jesucristo.

“Hombre, aprendimos a saberte eterno. Así como Olofi y Jesucristo, no hay un solo altar sin una luz por ti”, reza a su vez el estribillo de la canción compuesta por Raúl Torres tras la muerte de Fidel, una tonada que resonó sin cesar durante los nueve días de luto nacional decretados en Cuba.

Otra nueva constante es la asimilación del expresidente con el prócer independentista José Martí, padre de la patria y junto a cuya tumba en Santiago fue enterrado Castro.

Para el opositor moderado Manuel Cuesta Morúa, lo que ocurre “parece ser algo contra el testamento del Fidel Castro“.

“Parece que en sus últimas voluntades no hablaba de los medios de comunicación, donde su presencia es constante. Es una brecha que han utilizado (las autoridades de la isla), pero creo que eso responde a la capacidad de olvido de la sociedad cubana”, reflexiona el portavoz de la iniciativa democrática “Otro 18”, que aboga por elecciones libres el próximo año.

La cúpula del país busca, a su juicio, perpetuar el mensaje de “no se olviden de la huella de Fidel Castro” en una sociedad que “ha venido dando una respuesta clara y clave en esa dirección, muy intuitiva, de decir que un país no debe tener un apellido”.

Transmitir ese mensaje a las nuevas generaciones supone un reto especialmente complicado; para una inmensa mayoría de los jóvenes cubanos, el barbado comandante es más una figura lejana que un referente ideológico.

En un estudio reciente sobre adolescentes cubanos publicado por Juventud Rebelde, ningún encuestado mencionó a Castro entre sus personas más admiradas.

“La encuesta parece confirmar un desgaste de la figura de Fidel entre las generaciones más jóvenes de cubanos nacidos y criados después de la Revolución” a pesar de “los esfuerzos gubernamentales por mantener su memoria como héroe indiscutible de la Cuba posrevolucionaria”, señala Duany.

Esos esfuerzos, para Cuesta Morúa, buscan contrarrestar “el olvido y la indiferencia social a lo que Fidel Castro significó para los cubanos en cualquiera de los sentidos”.

“Creo que a mediano plazo, los cubanos tenemos una tendencia a los usos de Dios, de la religión, y en la medida que no nos resuelvan los problemas prácticos, el propósito del Gobierno no va a ser eficaz”, agrega.

(Fuente: EFE)