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Todo parece indicar que Bolivia optará por tercera vez por Evo Morales. No de izquierda o derecha sino de despolarización, pragmatismo y bonanza económica hablan especialistas de institutos europeos consultados por DW.
En Bolivia, al parecer, el resultado de las elecciones del 12 de octubre está cantado: un tercer mandato para Evo Morales (57,5% de intención de voto), sin segunda vuelta y con mucha probabilidad de que su Movimiento al Socialismo (MAS) tenga mayoría en el legislativo. El candidato que le sigue, el centroderechista Samuel Doria Medina, contaría con un 17,9% .
Lejos quedan los tiempos en que el líder cocalero —en el cargo desde enero de 2006— era sinónimo de inseguridad para las empresas y las inversiones, de un electorado puramente indígena, de cambios de paradigmas, de “revolución” o de enfrentamiento con las élites agroindustriales. Hoy Evo Morales se asocia con estabilidad, reducción de la pobeza, inversiones en infraestructura, modernización del país. Y con un poder ejecutivo muy fuerte y sus bemoles.
¿Sin oposición, sin control?
“Solo queda por ver cuál es el arco parlamentario que sale de los comicios legislativos. El mayor problema es que un gobierno sin apenas oposición acabe con el pluralismo político. Y con ello con el necesario control parlamentario”, dice a DW Anna Ayuso, investigadora del CIDOB (Centre for International Affairs de Barcelona).
“Eso, junto al control de los medios, puede ser peligroso”, dice la especialista que subraya lo poco respetuoso de que el presidente Morales no haya querido debatir con sus contrincantes, aunque sean minorías. “Al decir que el debate es con el pueblo”, sigue Ayuso, “subraya esa supuesta superioridad moral de la democracia directa sobre la representativa, típica de los movimientos populistas. Ambas son necesarias, el pueblo debe ser consultados lo mejor posible, sí, pero las instituciones representativas están para garantizar el control del ejercicio del poder”.
Las causas de la despolarización
“Bolivia vive una suerte de bonanza económica, a su medida, nunca vista. Hay una fuente muy importante de recursos estatales”, informa a DW Pablo Stefanoni, analista de la Fundación Friedrich Ebert y editor de su revista Nueva Sociedad. La nacionalización de la explotación de hidrocarburos del país andino y al boom de la minería y la exportación de soya son elementos fundamentales de esa bonanza. Y también, al parecer, de que en el MAS haya ahora cabida para los antiguos opositores, sobre todo de las élites agroindustriales de Santa Cruz.
Por ello, la aplastante victoria que se prevé otra vez para el líder sindicalista Evo Morales se la explican muchos analistas con el hecho de que la izquierda y la derecha están confluyendo en Bolivia hacia el centro.
Stefanoni relativiza: “es difícil sostener eso, porque el programa de Evo Morales siempre fue de una economía mixta con una mayor presencia del Estado, pero con un sector privado importante”. De despolarización prefiere hablar el analista y exdirector de Le Monde Diplomatique en Bolivia.
“Lo que ocurrió es que en la primera etapa de Evo Morales la situación política estaba muy polarizada. La oposición, sobre todo la basada en Santa Cruz, combatía bastante violentamente al gobierno de Evo Morales. Eso hizo que sus políticas fuesen vistas como más radicales. Pero se enfrentó a esa élite agroindustrial en Santa Cruz y una vez que esos sectores perdieron peso político, Evo Morales retomó el proyecto de siempre del MAS”, explica.
Acostumbrados al pragmatismo
Por otro lado, el pragmatismo es, según Ayuso, el fiel de la balanza. “Esto no es nuevo en Evo Morales, que como sindicalista está acostumbrado a negociar y acercar posiciones. Como los empresarios también suelen ser pragmáticos, si el negocio va bien se acomodan. Y de momento va bien. Así que nada se moverá”, prevé la analista.
“Lo que estamos viendo es que el gobierno pactó en este último año con los sectores de la élite de Santa Cruz. Ciertas reformas como la agraria u otras cosas hoy se ven más limitadas. Hay un proceso de despolarización. Hoy el país no vive la polarización que había antes. El gobierno de EM actúa de manera más moderada pero también lo hacen los capitalistas de Santa Cruz”, coincide Stefanoni.
¿Adiós Socialismo del siglo XXI?
¿Se arrea entonces la bandera de izquierda y socialismo que ondeaba sobre Bolivia? “Aunque en los últimos años aparecieron expresiones como el Socialismo del Siglo XXI, el verdadero eje es un proyecto de Estado fuerte con un modelo desarrollista en lo económico”, explica Stefanoni, añadiendo: “Este Estado fuerte no implica de ningún modo un proyecto que ponga en riesgo la propiedad privada ni que intente superar el capitalismo, como a veces la retórica política podría dar a entender”.
¿Para qué entonces la retórica antiperialista? “Evo Morales domina la movilización y para ello recurre al discurso antiimperialista y nacionalista para galvanizar el voto”, apunta Ayuso añadiendo que, como sea el discurso, en lo económico Evo mira más al también pragmático Rafael Correa en Ecuador que a Nicolás Maduro en Venezuela.
Con todo, a los países del bloque nacionalista de izquierda en América del Sur, “el triunfo de Evo Morales Bolivia puede fortalecerlos, pues aunque en el 2008 –-cuando Evo Morales inició el segundo mandato— parecía el más débil, en este momento pese a ser un país muy chico, es el proceso político más sólido en la región”, concluye Stefanoni recordando que el discurso antiimperialista no ha sido ni antidesarrollista, ni anticapitalista ni antieuropeo.
(Fuente: Deutsche Welle )