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A Stephen Paddock le gustaba apostar, asistir a conciertos y gastar el dinero de su jubilación en casinos y salas de juego como el que escogió como escenario para disparar este domingo contra miles de personas en Las Vegas, causando la muerte de al menos 58, y dejando más de medio millar heridas en el tiroteo más sangriento de la historia de USA.
Pero no era un simple jugador, Paddock, de 64 años, apostaba a lo grande, y tan solo en las últimas semanas se jugó unos 70.000 dólares en Las Vegas, según informó la cadena NBC. Había sido empleado del gigante armamentístico Lockheed Martin.
“Mi hermano no es como tú o como yo, él juega al póker de altas apuestas. Me enviaba mensajes de texto diciendo que ganó 250.000 dólares en el casino”, explicó a la prensa Eric Paddock, hermano del presunto autor del tiroteo más mortífero de la historia de Estados Unidos.
Según recoge el diario The Washington Post, Eric Paddock mostró al FBI, tras la masacre supuestamente perpetrada por su hermano, tres años de intercambio de mensajes de texto con él para demostrar que desconocía por completo que Stephen tuviera deudas de juego o estuviera preocupado por cuestiones financieras.
“No tengo absolutamente ninguna información sobre que perdiera mucho en el casino. De ser así lo sabría”, aseguró el hermano del tiroteador, a quien las autoridades encontraron muerto en la habitación de su hotel, por lo que consideran que se suicidó tras cometer la matanza.
Lo que se sabe del sangriento tiroteo en Las Vegas
Stephen Paddock trabajó como contable pero también tenía inversiones inmobiliarias, incluyendo casas y apartamentos alrededor de Orlando (Florida), un importante capital que, junto a la ausencia de descendencia, le permitía jugar y jugar.
Aunque su padrastro estuvo en la lista de los diez más buscados del FBI por ser ladrón de bancos profesional, según siempre datos aportados por su hermano, Paddock no tenía problemas mentales, ni ningún tipo de adicción provocada por traumas de la infancia.
Lo que sí sabía Eric Paddock era que su hermano poseía armas, al menos un par de armas cortas, aunque se sorprendió al conocer el rifle de repetición que utilizó para atacar a la multitud en Las Vegas.
Además, los agentes encontraron otros 10 rifles en la habitación del piso 32 del hotel Mandala Bay de Las Vegas, desde donde arremetió con los asistentes a un festival de música country.
Y si algo suena extremadamente extraño a su familia, es la reivindicación del ataque por parte del grupo yihadista Estado Islámico, descartada por el FBI, ya que hasta donde ellos sabían, Stephen Paddock no profesaba ninguna religión con fervor.
“No sabemos nada, si me dijeras que un asteroide se cayó, significaría lo mismo para mí. No tiene absolutamente ningún sentido, no hay razón por la que haya hecho esto”, aseguró su hermano.
“Era solo un tipo que jugaba al póker y viajaba en cruceros y comía burritos en Taco Bell, no tenía una afiliación política que sepamos, ni una afiliación religiosa que nos conste”, agregó.
Desde hacía varios años, Paddock vivía con su novia, Marilou Danley, en una comunidad de jubilados en Reno (Nevada), cuyos vecinos describieron al tiroteador como alguien extremadamente distante.
Harold Allred, quien vive en la misma calle de la pareja, dijo a medios locales que su esposa a menudo se encontraba con Danley en las clases de gimnasia o reuniones sociales, pero no habían coincidido con Paddock.
Su introspección y falta de sociabilidad con su barrio fue detectado por más miembros de la comunidad, quienes han asegurado que les parecía rara su actitud, siempre de puertas para dentro.
“Era como vivir al lado de nadie. Uno puede ser al menos gruñón o algo. Pero no era nada, tranquilo. Nunca salía siquiera al patio trasero, a disfrutar de la naturaleza”, explicó el vecino.
“Estaba recluido – insistió -. Nunca lo conocimos”. EFE