(Foto: Secretaría de Estado EEUU)

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Los resultados actuales de las encuestas indican que la popularidad del presidente estadounidense, Barack Obama, está por los suelos. Pero en cuanto a Irak, la mayoría de los estadounidenses está a su favor: Washington no debe enviar tropas a Irak.

Desde el punto de vista de EEUU, Bagdad es un caso perdido. El Gobierno parte de que Irán y Arabia Saudita llevarán a cabo allí sus guerras sustitutas. El conflicto parece no tener solución militar, es decir, que es mejor no meterse. A no ser para frenar a los extremistas del ISIS/ EIIS, que toman el control de regiones cada vez mayores de Irak, además de desestabilizar Siria y, a corto o a largo plazo, representar una amenaza para Jordania, Líbano e incluso Israel.

Es por eso que EEUU no puede dejar a la región librada a su propia suerte. Hay demasiados aspectos en juego, y, en definitiva, también lo está la seguridad de EEUU. Si los islamistas utilizan la guerra civil en Irak para establecer campos de entrenamiento para terroristas, EEUU no está en condiciones de hacer la vista gorda.

En síntesis, ese es justamente el objetivo estratégico de Washington: evitar que de Cercano Oriente surja un peligro para la seguridad de EEUU y de sus aliados.

Al final, es secundario si en Irak se instaura un gobierno centralizado o si se divide al país en tres, si es controlado por los kurdos en el norte, en el oeste por los sunitas y en el sur y en Bagdad por los chiítas. ¿Estamos de hecho ante una secesión de Irak? Los estadounidenses ven el asunto con pragmatismo.

El vicepresidente, Joe Biden —que el año pasado, se comunicó por teléfono más de diez veces con el primer ministro iraquí, Nuri Al Maliki, además de reunirse con él personalmente— propuso ya en 2006 la división de Irak. Sin embargo, nadie puede decir si eso se daría más estabilidad a la región.

Preparados para el peor de los escenarios

A corto plazo, lo importante para Washington es, sobre todo, debilitar al ISIS/ EIIS, o, mejor aún, expulsarlo de la región. Para eso se envían asesores militares, y por eso también EEUU negocia tras bambalinas con Irán.

Además, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, intenta dejar en claro a Arabia Saudita y a otros países ricos en petróleo del Golfo Pérsico que es un error tolerar la presencia de las milicias radicales islámicas o darles apoyo financiero.

Al mismo tiempo, Washington se prepara para el peor de los escenarios, es decir, que la expulsión del ISIS/ EIIS fracase y marche hacia Bagdad. Es un hecho conocido que en la capital iraquí se encuentra la mayor embajada estadounidense, con cerca de 5.000 empleados.

Si el Ejército iraquí colapsara, EEUU debe estar con condiciones de evacuar a los diplomáticos y sus familias en el menor tiempo posible. Al menos ocho barcos de guerra estadounidenses, que actualmente patrullan el Golfo Pérsico, habrían de respaldar la operación. Pero ese no es el caso todavía.

(Fuente: Miodrag Soric/Deutsche Welle )