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Activistas de Greenpeace llevaron ante las autoridades sanitarias más de 30.000 abejas muertas que fueron recolectadas por agricultores del occidental estado de Jalisco para mostrar los efectos nocivos de los plaguicidas en los cultivos mexicanos.

La organización ambientalista presentó las abejas en botellas selladas ante las oficinas de la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), en la capital mexicana, como evidencia del daño que se produce a la biodiversidad por la fumigación con plaguicidas altamente peligrosos (PAP), de los que no existe regulación en el país.

Los PAP son aquellas sustancias destinadas a prevenir, destruir, atraer, repeler o combatir plagas, y pueden causar daños irreversibles o severos a la salud o al medioambiente.

Los activistas pegaron sellos de clausura en los que podía leerse “Cofepris responsable de autorizar plaguicidas en México”, dado que esta es la institución encargada de regular los productos sanitarios, incluyendo los plaguicidas, en el país.

María Colín, abogada de Greenpeace México, denunció que en la normativa mexicana “no existe una definición de plaguicidas altamente peligrosos”, y esta ausencia “pone en peligro la salud de las personas y el medioambiente sano”.

“Es urgente que se genere una definición de plaguicidas altamente peligrosos en la legislación mexicana, acorde con estándares internacionales, así como políticas para su regulación y progresiva prohibición”, agregó.

Por este motivo, Greenpeace presentó hoy una demanda ante tribunales federales en contra de Cofepris, la Secretaría de Salud, la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa), y otras instituciones gubernamentales por vulnerar el derecho a la salud, al medioambiente sano, a la alimentación y acceso a la información.

“El Estado mexicano no ha adoptado medidas ni recursos para atender la materia de plaguicidas altamente peligrosos de forma que las personas sean protegidas ante los efectos de estas sustancias y poder gozar a cabalidad de los derechos humanos”, señala la denuncia de Greenpeace.

Las abejas presentadas hoy ante Cofepris fueron colectadas por apicultores del municipio jalisciense de Mascota en mayo y junio de este año.

Al respecto, Salvador Hernández, delegado en Jalisco de la Federación Mexicana de Apicultores, explicó a Efe que solicitaron a Sagarpa información sobre los plaguicidas usados en el estado – principalmente en cultivos de aguacate, limón y maguey -, y la respuesta fue que “esos productos fueron autorizados por Cofepris”.

Los apicultores de Jalisco, estado que ocupa el tercer lugar en producción de miel en México, informaron a Greenpeace que sus poblaciones de abejas han disminuido notablemente.

De acuerdo con Hernández, hace 15 años la producción promedio de una colmena de miel era de 50 kilos al año y actualmente sólo se llega a los 12 o 14 kilos, lo que preocupa a los apicultores de la región: “Estamos en picada”, aseguró.

Los PAP son calificados como tal de acuerdo con la clasificación de plaguicidas elaborada por la Organización Mundial de la Salud y las surgidas de acuerdos internacionales como el Convenio de Estocolmo sobre Contaminantes Orgánicos Persistentes.

EFE