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El cambio climático inducido por el hombre ha duplicado el área afectada por los incendios forestales en el oeste de Estados Unidos en los últimos 30 años, de acuerdo a un estudio auspiciado por la NASA y la Universidad de Columbia.
Según el documento, publicado en la revista Proceedings de la Academia Nacional de Ciencias, desde 1984 el aumento temperaturas y la aridez resultante han ocasionado llamas extendidas a 16.000 millas cuadradas que, en otro contexto, no habrían sido dañadas. La superficie es mayor que la de los estados de Massachusetts y Connecticut juntos.
“No importa cuánto nos esforcemos, los incendios van a seguir cada vez más grandes y la razón es muy clara. Deberíamos estar preparándonos para incendios más grandes que los que han visto las generaciones anteriores”, advirtió el coautor del estudio Park Williams, citado por Eurekalert.
Los incendios en los bosques comenzaron a aumentar considerablemente en la década de 1980. El nuevo análisis es quizás el primero en cuantificar la culpabilidad del cambio climático y el ser humano.
“Una gran cantidad de personas que están confundiendo en torno al cambio climático y el fuego, en concreto, los jefes de bomberos y el gobernador de California que en 2015 comenzaron a llamar a esto ‘nueva normalidad’”, observó el autor principal, John Abatzoglou, profesor de geografía en la Universidad de Idaho.
El calor del fuego es impulsado mediante por la tierra seca. A su vez, el aire más cálido puede contener mayor humedad, que terminan absorbiendo las plantas, árboles, vegetación muerta y el suelo.
Las temperaturas medias en las partes boscosas del oeste de EE.UU. han subido alrededor de 2,5 grados desde 1970 y se espera que sigan aumentando. El efecto resultante es secado evidente en el aumento de más incendios.
El aumento global de fuego desde el 1980 es aproximadamente el doble de lo que los investigadores atribuyen al cambio climático, el resto es debido a otros factores, sostienen. Uno de ellos ha sido una oscilación natural del clima a largo plazo sobre el océano Pacífico, que ha dirigido las tormentas lejos del oeste de Estados Unidos. El año pasado el Gobierno gastó más de US$2.1000 millones en atender incendios.
Tras comparar diversos métodos de mediciones de factores con las observaciones de los incendios reales, se determinó que la aridez, impulsada por el cambio climático causado por el hombre, va en aumento.
En la medición se incluye los millones de árboles muertos en los últimos años por los escarabajos que prefieren un clima más cálido, y la disminución de la humedad del suelo primaveral provocada por el deshielo.
El estudio no cubre las praderas occidentales, pues hay poca evidencia de que el clima juegue allí un papel en los incendios forestales.
Algunos científicos advierten que los peores incendios forestales estarían por venir, ya que las condiciones más peligrosas a menudo se concentran entre septiembre y diciembre, cuando los vientos del desierto se encuentran con los combustibles que se han de secar durante unos seis meses.
Una investigación de 2012 estima que el humo de los incendios en todo el mundo provoca efectos sobre la salud a largo plazo que matan a unas 340.000 personas cada año, principalmente en África subsahariana y el sudeste asiático.
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