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“Estados Unidos ha dado un paso al costado en su rol de guardián de la seguridad en Medio Oriente”. El crítico comentario es de Hassan Mneimneh, del Fondo German Marshall. La región ha pasado a ser, en los últimos años, una zona en crisis. Además de Libia, Egipto, Irán y Siria, los ojos del mundo se dirigen hacia el conflicto palestino-israelí y, especialmente, a la sangrienta batalla por un Irak en desintegración.
“Mucho del caos actual en la región es el resultado de un vacío que quedó ante la retirada de EEUU”, dice Hassan Mneimneh. A su juicio, Washington careció de visión estratégica y ya no es más una fuente de estabilidad para sus aliados regionales.
Antes mejor que tarde
El periódico Washington Post considera que la lucha entre el gobierno de Irak y el Estado Islámico de Irak y Siria (EIIS) es un dramático ejemplo de la fallida política exterior estadounidense. La tesis del gobierno de Obama, repetida como mantra, de un régimen “inclusivo” de chiitas, sunitas y kurdos, podría quedar en nada. La prensa exige que se mire la realidad y vean cómo Irak se está desintegrando frente a sus propias narices.
Mneimneh lamenta la falta de una mirada de futuro. “Sé que suena duro, pero de otra forma no me puedo explicar cómo es posible que Siria se haya convertido en una incubadora para la yihad más grande y peligrosa de lo que fue Afganistán”. Unos años antes, hubiera sido más eficaz tomar medidas. “Hoy nos toca movilizar enormes cantidades de recursos para detener lo que sucede en Irak y Siria”, dice Mneimneh.
Esperanzas poco realistas
Una mala costumbre del gobierno de Obama, apunta Washington Post, fue dejarse guiar por ilusiones en su estrategia en Medio Oriente. La absurda esperanza de que el presidente sirio, Bashar al Assad, renunciara a su cargo se suma a la ilusión de que los generales golpistas en Egipto llevaran al país de vuelta a su rol de tierra prometida de la democracia en la región.
Otro punto débil son, para Hassan Mneimneh, las confusas doctrinas asumidas por la Casa Blanca. Él cuenta tres distintas. La primera fue la que utilizó en Libia, donde Washington aseguró que su política exterior no se movía por intereses, sino por valores. La segunda se aplicó en Siria, donde Obama impuso una línea roja que fue traspasada por los bombardeos con armas químicas de Al Assad, sin que el presidente de EE.UU. hiciera realidad sus amenazas de ataques aéreos.
Finalmente, como tercera doctrina, Obama dijo en su discurso sobre política exterior para Medio Oriente que habría un giro en “180 grados” y que los intereses de su país estarían en primer lugar, independiente de cuáles valores estuvieran en peligro.
Pérdida de influencia
También es dudoso que el primer ministro de Irak, Nuri al Maliki, vaya a tomar en cuenta la solicitud de Estados Unidos de formar un gobierno “inclusivo”. Que eso sea condición para recibir apoyo militar aéreo en su lucha contra EIIS no le importa mucho a Al Maliki, quien evidentemente compensa con la ayuda de Irán y otros aliados la falta de respaldo estadounidense.
Pese a todo ello, Hassan Mneimneh piensa que Estados Unidos todavía puede recuperar su influencia en la región sin necesidad de poner tropas sobre el terreno ni desembolsar enormes cantidades de dinero. En lugar de ello, Mneimneh recomienda a Washington demostrar a sus aliados que tiene una visión estratégica para la región y que está comprometido con ella.
(Fuente: Deutsche Welle )