El humo se eleva en una zona indígena del Mato Grosso, Brasil, el 6 de agosto de 2020. (Foto: CARL DE SOUZA / AFP)

El humo se eleva en una zona indígena del Mato Grosso, Brasil, el 6 de agosto de 2020. (Foto: CARL DE SOUZA / AFP)

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Por: AFP/Eugenia LOGIURATTO
La deforestación en la Amazonía brasileña se mantiene este año en un nivel similar al del año récord de 2019, a pesar de que la superficie talada en julio (1.654 km2) fue inferior a la del mismo mes del año pasado (2.255 km2).

Especialistas prevén además una nueva temporada preocupante de incendios, un año después de las quemadas históricas que causaron alarma internacional.

Entre enero y el 31 de julio, el área deforestada en la mayor selva tropical del planeta fue de 4.731 km2, levemente por encima de los 4.701 km2 del período enero-julio de 2019, de acuerdo con las observaciones satelitales del sistema DETER, divulgadas este viernes por el Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales (INPE).

En el período agosto 2019-julio 2020 (año de referencia en el calendario de la deforestación), la tala alcanzó los 9.205 km2, 34,5% más que los 6.844 km2 registrados en el periodo agosto 2018-julio 2019.

El vicepresidente Hamilton Mourao, que encabeza el Consejo Nacional de Amazonía, celebró los datos de julio. Se trata de una “inversión de la tendencia” lograda gracias al trabajo del gobierno, aseguró Mourao, que lanzó este año una operación contra la deforestación ilegal en medio de una fuerte presión internacional.

Ambientalistas consideran sin embargo prematuro afirmar que hubo una inflexión a la baja y señalan que, a pesar de que la deforestación de julio fue muy inferior a la de 2019, se trata aún de una superficie muy grande, superior a la de la ciudad de Sao Paulo.

No podemos celebrar que no superó el récord de 2019. Esto es algo positivo, pero es importante entender que 1.600 km2 es mucho”, dijo a la AFP Ane Alencar, directora de Ciencia del Instituto de Pesquisa Ambiental de la Amazonía (IPAM), una ONG científica.

Incendios en aumento

Alencar advierte además que la superficie ya deforestada torna prácticamente inevitable una nueva temporada alarmante de incendios. El año pasado, la multiplicación de fuegos opuso al gobierno del presidente Jair Bolsonaro a buena parte de la comunidad internacional, que reclamó medidas de protección de la floresta.

Según datos satelitales, la cantidad de incendios forestales en la Amazonía brasileña aumentó el mes pasado un 28% respecto a julio de 2019.

La tala de la selva continúa en el mismo nivel. Y hay mucho material combustible para quemar, las quemadas usualmente empiezan en junio, aceleran en agosto y tienen su pico en septiembre”, dijo Alencar.

Quien tala árboles en la selva quiere recuperar su inversión, y eso pasa por la quema de vegetación cortada para limpiar el terreno (…). Para cohibir los incendios es preciso empezar por controlar la deforestación”, apunta.

Las humaredas de los incendios también aumentan la incidencia de enfermedades respiratorias, en un momento en que muchos estados brasileños tienen su sistema de salud bajo presión debido a la pandemia de covid-19, que ya dejó casi 100.000 muertos y de 3 millones de infectados en el país.

La ONG Observatorio do Clima advirtió que los datos consolidados que serán divulgados en noviembre (referentes al período agosto 2019-julio 2020), construidos con el sistema PRODES (más preciso que el DETER), pueden arrojar “cerca de 13.000 km2 de deforestación, la mayor tasa desde 2006 y tres veces más que la meta de la Política Nacional de Cambio Climático para 2020”.

Será también la primera vez en la historia que la deforestación en la Amazonía tenga dos aumentos seguidos en la franja del 30%”, añadió el Observatorio, que atribuye la devastación a la política de Bolsonaro, partidario de abrir las áreas protegidas y las zonas indígenas a la minería y las actividades agropecuarias.

No es ineptitud, es un proyecto”, afirmó la ONG, que, junto a otras sesenta entidades ambientalistas envió el jueves una carta al Congreso brasileño pidiendo medidas urgentes para frenar la deforestación, entre ellas el endurecimiento de las penas por delitos ambientales y el refuerzo de los organismos de control.

Fuente: AFP