Imagen referencial de mosquito anopheles. (Foto: Wikimedia)

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Un equipo internacional de investigadores ha demostrado que la propagación de la malaria no sólo está determinada por factores climáticos, sino que el grado de inmunidad de una población (un factor no calculado hasta ahora) también juega un papel esencial.

El estudio, publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences de Estados Unidos (PNAS), fue realizado por científicos del CONICET en Argentina, de los Institutos Pasteur de París y Dakar, del IRD de Dakar y del Institut Català de Ciències del Clima (IC3) de Barcelona.

La malaria, causada por el parásito Plasmodium falciparum, que se transmite por la picadura de mosquitos Anopheles, mata cada año a unas 700.000 personas en todo el mundo, fundamentalmente en África e India.

La fuerza de la infección está determinada por la cantidad de mosquitos, su longevidad, la fortaleza del parásito, o la frecuencia de las picaduras y todo ello depende de dos factores climáticos: la temperatura y las lluvias.

Pero hay otro factor que resulta determinante en la propagación de esta enfermedad, la inmunidad.

Aunque la inmunidad completa del parásito no se consigue del todo en humanos, algunas personas pueden desarrollar cierto grado de protección (tras desarrollar la enfermedad varias veces), son los individuos asintomáticos que pueden ser nuevamente infectados y, sin embargo, no mostrar síntomas.

Hasta ahora, “existía una fuerte controversia entre los científicos sobre el papel del clima en la propagación potencial de la malaria, pero el estudio ha permitido analizar el papel del clima de una manera única y demostrar inequívocamente que la extensión de esta enfermedad está determinada también por el grado de inmunidad de la población”, explicó a EFE el profesor en el ICREA y coautor del estudio, Xavier Rodó.

“Durante veinte años, hicimos un seguimiento de la enfermedad en sendas poblaciones de Senegal situadas a cinco kilómetros la una de la otra, donde la prevalencia de la malaria es completamente diferente pero donde las condiciones climáticas son exactamente iguales”.

Y es que en uno de los pueblos, situado junto a un río, el mosquito Anopheles (transmisor de esta enfermedad) está presente todo el año (es endémico), mientras que en el otro, los insectos sólo aparecen en época de lluvias.

“Esta peculiaridad nos permitió hacer un estudio muy exhaustivo de dos cohortes completamente distintas pero con las mismas condiciones climáticas, y tan controladas como las que se tienen en un laboratorio”, puntualizó Rodó.

El estudio, además, es “único” porque está hecho con la base de datos más “exhaustiva, detallada, y completa” utilizada hasta ahora.

Cada día, durante 20 años, se recogieron datos de todas las variables posibles: número de infectados, movimientos de población, densidad de los mosquitos de la zona, las variantes de Anopheles gambiae y A.funestus, inmunología de la población, frecuencia de las picaduras o tratamientos aplicados durante este tiempo.

Los datos sirvieron para hacer un modelo matemático que fue aplicado a las dos poblaciones del estudio.

Gracias a este estudio, los científicos comprobaron que existe una compleja interacción entre clima e inmunidad que marcan la propagación de la enfermedad.

“El clima es un factor que aparece siempre, si bien, en las zonas epidémicas puede hacer que la malaria se expanda si tiene las condiciones favorables (lluvias y calor), mientras que en las zonas endémicas (donde el mosquito está todo el año y hay personas asintomáticas) el clima tiene un efecto mucho más reducido en la propagación de la enfermedad”, aseguró Rodó.

Por tanto, “el estudio indica que el tipo de relaciones en las formas endémicas son mas complejas y requieren de tratamientos mucho más sofisticados y acaba con el debate de clima sí, clima no respecto a la propagación de malaria”.

(Fuente: EFE)