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El episodio más reciente en la historia del reacomodo político de la Venezuela post-Chávez gira en torno al nombramiento de Jesús “Chúo” Torrealba como nuevo secretario ejecutivo de la alianza de partidos opositores.
Considerando el efecto polarizador que el presidente venezolano Hugo Chávez (1999-2013) ejercía sobre sus compatriotas, no era de extrañarse que la cohesión de los dos bloques enfrentados –-el de quienes lo seguían a pies juntillas y el de quienes lo adversaban-– menguara cuando se anunció su muerte. El vacío que dejó en marzo de 2013 puso en marcha un proceso interno de redistribución de fuerzas y lealtades tanto en el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), que lleva las riendas del Gobierno, como en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), la coalición de grupos opositores.
El episodio más reciente en esta historia de reacomodo político gira en torno al nombramiento de Jesús “Chúo” Torrealba como sucesor de Ramón Guillermo Aveledo en la secretaría ejecutiva de la MUD (24.9.2014); una moción aplaudida unánimemente en el seno de esa alianza aunque con desigual entusiasmo. Y es que la dimisión de Aveledo el pasado 30 de julio había sido interpretada por muchos como el triunfo de la facción “radical” de la oposición –-aquella que se deslindó de la MUD convocando a protestas de calle y proponiendo revocar de manera expedita al Gobierno de Nicolás Maduro (23.1.2014)-– sobre la cúpula “moderada”.
Pugna por el timón de la MUD
El hecho de que la dirigencia de la MUD prefiriera vencer al PSUV en las urnas y aceptara dialogar con el estamento chavista en abril, cuando éste venía reprimiendo brutalmente numerosas manifestaciones antigubernamentales desde febrero, exacerbó las diferencias entre los partidos opositores y convirtió a la coalición en blanco de severas críticas. Tildada de “colaboracionista” en un momento dado, la MUD corría el riesgo de desmoronarse.
“Y a eso apostaba el chavismo. El Gobierno contaba con que los bandos opositores, aparentemente irreconciliables, terminarían por destruir a la MUD”, asegura el politólogo Fernando Mires.
“Por otro lado, muchos opositores creyeron que, tras la renuncia de Aveledo, grupos ávidos de insurrección tomarían el timón de la MUD, pero eso no sucedió”, agrega este experto en Política Internacional y Teoría Política, aludiendo a los partidos de Leopoldo López y María Corina Machado.
A juicio de Mires, estos dirigentes carecen de la popularidad de Torrealba, con todo y que sus simpatizantes se multiplican dentro y fuera del país: Obama acaba de pedir la liberación de López, percibido internacionalmente como un preso político, y Machado aspira a que se confirme su nominación al Premio Sájarov del Parlamento Europeo.
La senda de Aveledo
“Lo interesante es que, hoy, nadie pone en entredicho la importancia de la MUD. En una entrevista reciente, Leopoldo López refuta categóricamente que la MUD haya quedado en bancarrota y su esposa, Lilian Tintori, fue una de las primeras en apoyar la nominación de Torrealba a la secretaría ejecutiva de la alianza. En otras palabras, los voceros de los sectores que se posicionaron en contra de la MUD fueron los grandes perdedores porque ahora se ven en el dilema de rectificar o quedar excluidos. Después de todo, lamayoría de los partidos de la MUD se sienten debidamente representados por Torrealba”, sostiene Mires.
“Lo más importante es que, al parecer, el nuevo secretario ejecutivo tomará la senda transitada por su predecesor en lugar de aventurarse por otro camino. Sin Aveledo, es muy probable que la MUD no hubiera existido”, opina el profesor emérito de la Universidad de Oldenburg, celebrando el talante conciliador y aglutinador de Aveledo. Ivo Hernández, del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de Münster, secunda el elogio de Mires, pero se pronuncia con reservas sobre “Chúo”. “Jesús Torrealba es una figura prácticamente desconocida en el paisaje político venezolano”, comenta Hernández.
“Chúo”, ¿con ch de Chávez?
“Torrealba es una personalidad importada de los medios de comunicación y, a escala nacional, su popularidad puede darle un gran poder de convocatoria. Pero está por verse si él es capaz de proyectarse hacia fuera, como lo hizo Aveledo, y de capturar la atención de la opinión pública internacional con mensajes convincentes”, dice el catedrático de Münster sobre el periodista y conductor de ‘El radar de los barrios’, un programa radial con altos índices de audiencia en el que los habitantes de los vecindarios más pobres de Venezuela toman el micrófono para hacer denuncias y exigir que sus necesidades sean atendidas por las autoridades.
Mires y Hernández coinciden en que Torrealba tiene una tarea dura por delante: llevar a buen término la elección de los candidatos de la oposición que participarán en los comicios parlamentarios de 2015. En ese sentido, a Hernández le inquieta la prédica de “Chúo”.
“Su premisa de ‘visitar los barrios y llenarse los zapatos de tierra’ no es nueva. Suena muy bien, pero habrá que ver si la clase media ‘compra’ una propuesta tan sectaria que, además, tiene un defecto de fondo muy grave: para ganar votos, la oposición parece querer imitar el discurso populista del chavismo, que no propone ideas realistas para solucionar la crisis nacional”, señala Hernández. De momento, lo que todos los opositores venezolanos le dan a la gestión de Torrealba es el beneficio de la duda.
(Fuente: Deutsche Welle )