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Jürgen Mossack y Ramón Fonseca, los propietarios del bufete panameño que lleva casi una semana monopolizando los telediarios de medio mundo tras la publicación de los denominados papeles de Panamá, pasarán a los anales de la historia como el dúo de abogados que desafió a las finanzas mundiales.
Durante décadas, han guardado celosamente los secretos monetarios de cientos de millonarios en la sede principal de su compañía que, lejos de alojarse en alguno de los llamativos y opulentos rascacielos de la capital, se encuentra en un edificio modesto y anodino del centro bancario panameño.
¿Quiénes son y cómo están actuando los Batman y Robin del negocio de las offshore?
Ramón Fonseca es el que está dando la cara y el que se está sometiendo a una exposición mediática casi frenética. Un polifacético abogado que lo mismo compone un poema que crea una compañía offshore.
Nacido en Panamá hace 64 años, estuvo a punto de meterse a cura, pero terminó decantándose por las leyes y obteniendo el título de abogado.
Empezó con un pequeño despacho y tras fusionarse en 1986 con la empresa de Mossack, su fiel compañero de batallas, se convirtió en copropietario del quinto bufete más grande del mundo en creación de compañías offshore.
El propio Fonseca dijo en una ocasión que la compañía que todavía codirige es un “monstruo”, tal y como se revela en uno de sus informes del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ, por sus siglas en inglés), la asociación que ha destapado el escándalo.
Hoy en día, la firma Mossack-Fonseca tiene más de 500 empleados y 40 oficinas, incluidas tres en Suiza y ocho en China. En 2013, tuvo una facturación de más de US$42 millones.
Mientras ayudaba a los más ricos y poderosos del mundo a esconder su dinero en distintos paraísos fiscales, Fonseca lavaba su conciencia en política y en actividades de distinta índole.
Hasta el mes pasado presidía el gobernante Partido Panamañista (de corte nacionalista) y ostentaba el cargo de ministro consejero en el Gobierno de Juan Carlos Varela, puestos a los que renunció (o le hicieron renunciar) para supuestamente defenderse en Brasil de la implicación de la firma en el caso de corrupción Lava Jato.
Convertido hoy en el adalid de la opacidad financiera, Fonseca perteneció de 2004 a 2007 al Consejo Asesor de la filial panameña de Transparencia Internacional, la organización que se dedica a denunciar la corrupción política a lo largo y ancho de este mundo.
El panameño también fue asesor legal de la Conferencia sobre el Desarrollo Comercial de las Naciones Unidas en Ginebra (Suiza) y fundó y dirigió Mi Banco, una entidad financiera ya desaparecida que, según cuenta él mismo en su pagina web, estaba dirigida a “personas con medios económicos limitados”.
Su carrera política y empresarial ha transcurrido en paralelo a su verdadera vocación: la literatura. Amante de las letras, tiene publicadas varias obras de teatro y varias novelas en editoriales tan reconocidas como Alfaguara.
Como si de algo premonitorio se tratara, Fonseca se alzó en 1994 con el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró gracias a La danza de las mariposas, una novela que “plantea la estrecha relación entre el poder y la moral” en la Panamá actual. Palabras textuales de su página web y paradojas de la vida.
La otra parte del tándem, Jürgen Mossack, lleva desaparecido en combate desde el pasado domingo. Solo ha dado un par de declaraciones a un medio anglosajón y tiene a la prensa local completamente abandonada.
Los que lo conocen dicen que odia hablar en público y que cumple a pie juntillas con el estereotipo del ciudadano alemán: reservado y serio.
Nació en 1948 en una localidad cercana a Núremberg (Alemania) y a principios de los años 60 aterrizó con su familia en Panamá. Según diversos cables estadounidenses a los que tuvo acceso el ICIJ, el padre del ahora denostado abogado era un nazi que perteneció a las sanguinarias Waffen-SS y que se ofreció a la CIA para trabajar como espía en la Cuba de la postrevolución.
Mossack forma parte del Club Unión, la asociación más selecta de Panamá en donde se mueven los hilos de este pequeño país de apenas cuatro millones de personas que lleva liderando el crecimiento económico de América Latina desde hace varios años.
Además del bufete, el alemán tiene varias plantaciones de teca y negocios inmobiliarios, como indican los informes del ICIJ.
Está claro que, a la luz de lo ocurrido (y de todo lo que queda por venir), Fonseca tiene material suficiente para escribir un nuevo libro. ¿Se llevaría esta vez el máximo galardón de las letras panameñas?
(Fuente: EFE)