El desierto de Rub al Jali es el segundo más grande del mundo. (Foto referencial: Getty Images)

El desierto de Rub al Jali es el segundo más grande del mundo. (Foto referencial: Getty Images)

Síguenos en Facebook



El ingeniero emiratí Abdulá Alshehi sueña con crear un espacio verde en el desierto de Rub al Jali, el segundo más grande del mundo con 650.000 kilómetros cuadrados y que se extiende por Emiratos Árabes Unidos (EAU), Arabia Saudí, Omán y el Yemen.

En una entrevista con Efe, este ingeniero eléctrico preocupado por el medio ambiente explica que pretende ayudar a reducir las emisiones de CO2 y el calentamiento global, así como generar más precipitaciones y nuevas fuentes de agua dulce.

Su idea quedó plasmada en 2013 en su libro Filling the Empty Quarter (Llenar el cuarto vacío, traducción del nombre en árabe del desierto), en el cual exponía la posibilidad de crear espacios verdes y ecosostenibles en Rub al Jali, que ocupa el tercio sur de Arabia Saudí y parte de el Yemen, Omán y EAU.

Alshehi, actualmente director de Geowash – empresa de limpieza de autos que ahorra entre 40 y 60 litros de agua en cada lavado -, ha presentado al Gobierno emiratí su proyecto principal, que consiste en construir un gran muro verde a lo largo de la frontera de EAU con Arabia Saudí y Omán.

Pero el principal obstáculo para levantar la muralla – que se extendería desde la ciudad de Al Ain hasta la de Silla y estaría integrada por bosques, campos de cultivo, granjas e industrias ecológicas – es que* “necesita de mucha agua y aquí es un bien muy escaso”*.

Para poner solución a este problema, se han planteados varias opciones y la que ha levantado más revuelo en las últimas semanas es la propuesta de transportar un bloque de hielo de tres kilómetros cuadrados y 300 metros de grosor desde la isla Heard, en el Polo Sur, hasta tierras emiratíes.

“El 97 por ciento del agua del planeta es salada, solo el tres por ciento es fresca y dulce, y de este tres por ciento, un 70 por ciento se encuentra congelada. Esta es la fuente de agua del mundo”, destaca Alshehi.

Pero mucha de esta agua se está derritiendo debido al calentamiento global, apunta, y añade que “un iceberg derretido vierte al mar casi 76.000 millones de litros de agua, los suficientes para que beban un millón de personas durante cinco años”.

La idea de transportar icebergs y utilizarlos para abastecer de agua el desierto no es nueva: fue presentada en 1965 por el científico francés Georges Mougin al príncipe saudí Mohamed al Faisal, pero en ese momento no se pudo poner en práctica.

Ahora, en coordinación con Mougin, EAU ha retomado el proyecto, que podría a su vez hacer realidad el sueño de Alshehi.

El ingeniero explica que harían falta “dos o tres barcos mercantes para arrastrar el iceberg, protegido con material aislante, a través del océano hasta su destino, en la costa del emirato de Fuyairah (EAU)”.

Solo una pequeña parte del hielo se derretiría, ya que el iceberg es blanco y refleja la luz del sol”, asegura.

Una vez que esté en contacto con el clima de EAU, el hielo se convertirá en miles de millones de litros de agua, que se emplearán para formar lagos en el desierto.

Estas reservas de agua se usarían para regar el gran muro verde. Además, tendría un impacto positivo sobre el medio ambiente, ya que “disminuiría la contaminación derivada del uso de plantas desaladoras (de agua marina) y sus costes”, según Alshehi.

La segunda propuesta para traer agua hasta el desierto de Rub al Jali plantea transportarla desde los ríos Dasth e Indo de Pakistán, a través de un conducto submarino, también hasta Fuyairah.

Alshehi cree que es posible aprovechar el agua procedente de los desbordamientos de los ríos, sobre todo del Indo, el más largo de Pakistán, que llega a arrojar más de 300.000 millones de litros de agua dulce al mar.

Además, las inundaciones que se registran casi todos los años en Pakistán hacen que “se desperdicien otros 600.000 millones de litros de agua potable”, según el ingeniero.

Esa agua, que incrementa el nivel del mar y afecta negativamente a muchos países, podría convertir el desierto en un vergel.

El preciado líquido se almacenaría en varios lagos en EAU y se utilizaría para alimentar el gran muro verde, añade Alshehi, “en beneficio del desierto de Rub al Jali y de toda la humanidad”.

Fuente: EFE