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La etiqueta no es lo suyo. El presidente uruguayo José Mujica, que entregará el poder en marzo de 2015, es sin embargo mucho más que una figura exótica y ha dado a su país un nuevo protagonismo internacional.
José Mujica llama la atención. También en Europa. Y, por supuesto, en Alemania. No tanto por sus deslices verbales, como aquel referido a la presidenta argentina que causó en su día molestia en la Casa Rosada.
Las barreras idiomáticas le quitan sazón a las irreverencias del presidente uruguayo fuera del mundo hispanohablante. Pero no impiden que su imagen se proyecte más allá de las fronteras de América Latina, como una figura que rompe los esquemas en múltiples sentidos.
Llamativa austeridad
Del “presidente más pobre del mundo” hablaba hace poco el semanario alemán Der Spiegel, destacando su modesto estilo de vida en un balance de su gestión, con motivo de las recientes elecciones presidenciales uruguayas.
El viejo escarabajo celeste de Mujica, del año 1987, sirvió de “gancho” al autor de otro artículo, de tenor similar, publicado en el Frankfurter Allgemeine Zeitung. Otras publicaciones alemanas en la red, como la organización femenina Netzfrauen, van más lejos. Lo califican de ejemplar, destacando, por ejemplo, que el gobernante uruguayo dona el 90% de su sueldo a obras sociales.
Sin duda llama la atención la austeridad de un presidente que se resiste sistemáticamente al uso de la corbata y a todos los clásicos símbolos de estatus. Pero también llama la atención su política, que ha puesto a un país del sur del mundo, con una cantidad de habitantes similar a la de Berlín, en el foco del interés internacional, al punto de que The Economist eligió a Uruguay “País del año” 2013.
La legalización del aborto, del matrimonio homosexual y de la marihuana han puesto a Uruguay en la vanguardia social de América Latina, provocando aplausos en los sectores liberales del mundo entero.
Humanismo y política
La gestión de José Mujica lógicamente tiene también sombras, la más oscura de las cuales parece ser el fracaso de la reforma educacional que había inscrito en su bandera al asumir el gobierno. Pero hay bastantes más puntos que sobresalen. Por ejemplo, el hecho de haber recibido en el país a seis presos de Guantánamo, por razones “ineludiblemente humanitarias”. O el de haberse comprometido a recibir a 120 refugiados sirios.
La Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que agradeció también la acogida brindada por Brasil, destacó que Uruguay es “el primer país latinoamericano en llevar a cabo un programa de asentamiento de refugiados desde que se inició la guerra en Siria”.
Eso implica medidas para que “reciban alojamiento, atención médica, clases de español, una introducción a la cultura y las costumbres de Uruguay, y una capacitación laboral”.
Pasos como éstos dan contenido a frases típicas de Mujica. “Ocupamos el templo con el dios Mercado; él nos organiza la economía, la política, los hábitos, la vida, y hasta nos financia en cuotas de tarjeta la apariencia de felicidad”. Cosas de ese calibre dice el presidente uruguayo. Y piensa que “el hombre moderno anda siempre apurado, porque si la economía no crece es una tragedia”. La economía uruguaya, no obstante, sí ha crecido durante su mandato, incluso a razón de un promedio del 5,5 por ciento en los últimos 4 años.
Mujica muestra otra cara de la izquierda latinoamericana, que se abstiene de vociferantes condenas al capitalismo a la antigua usanza. De hecho, el país se ha vuelto cada vez más atractivo.
El último informe de Transparencia Internacional confiere a Uruguay y Chile la mejor calificación en la región, y los inversionistas ven buenas perspectivas, a juzgar por las cifras de la inversión extranjera. Según datos del Instituto Uruguay XXI, esta se multiplicó por 14 entre 2002 y 2012. La CEPAL, por su parte, dio cuenta de un aumento del 8% en el ingreso de inversión extranjera directa en el primer semestre de 2013.
El desapego del presidente a lo material no implica que su gobierno descuidara la economía ni la lucha contra la pobreza, que se ha reducido en más de 20 puntos porcentuales desde 2006. Sus detractores le echan en cara cultivar con esmero esa imagen de austeridad con fines publicitarios. Pero Mujica no se inmuta: “¿Qué es lo que le llama la atención al mundo? ¿Qué vivo con poca cosa, una casa simple, que ando en un autito viejo, esas son las novedades? Entonces este mundo está loco porque le sorprende lo normal”.
(Fuente: Deutsche Welle )