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Ivanka Trump inició hoy una visita a Corea del Sur rodeada de una enorme expectación, en la que coincidirá con el general norcoreano Kim Yong-chol, en un momento en el que el Gobierno de Seúl busca el acercamiento entre Washington y Pyongyang.
Las dos partes han descartado inicialmente que se vaya a celebrar un encuentro pero Seúl ha insistido en que va a trabajar de manera incansable para que Estados Unidos y Corea del Norte retomen el contacto, y ambas visitas con motivo de esta clausura de los Juegos suponen una excelente ocasión para lograr avances.
Ivanka, hija y asesora del presidente de EEUU, Donald Trump, y la delegación que la acompaña, llegaron hoy al aeropuerto de Incheon, que da servicio a la capital surcoreana, para una visita de cuatro días a Corea del Sur, donde se les ha preparado un gran recibimiento.
Seúl quiere con ello equiparar el trato que recibió la hermana del líder norcoreano Kim Jong-un, Kim Yo-jong, cuando estuvo en el país hace dos semanas.
A la delegación se le ha preparado hoy un banquete de comida coreana “kosher” (Ivanka se convirtió al judaísmo al contraer matrimonio con Jared Kushner) en la cena con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, y un concierto en una de las edificaciones tradicionales que se enmarcan en el complejo de la Casa Azul (la oficina presidencial).
Seúl considera que dado su rol en la Casa Blanca, el viaje de Ivanka Trump es importante para mejorar la disposición de Washington , que ha mostrado escepticismo ante la estrategia del “deshielo olímpico” surcoreana, la cual ha deparado el mayor acercamiento en años entre los dos países vecinos, técnicamente aún en guerra.
Corea del Sur cree que este deshielo propiciado por los Juegos de Invierno puede servir para que Estados Unidos y el régimen retornen a la mesa de negociación tras un 2017 marcado por las insistentes pruebas de armas norcoreanas y sus repetidos cruces de amenazas con el propio Donald Trump.
El Gobierno surcoreano ha expresado que no descarta que el tema salga a colación durante la cena entre Moon y la delegación estadounidense.
Se sabe que al menos ambas partes coincidirán el domingo 25 en el palco de autoridades del Estadio Olímpico de PyeongChang representadas por dos figuras que se antojan de lo más antitético, al menos en apariencia.
Por un lado, la mujer que refleja el perfil más amable del siempre controvertido Gobierno Trump, y por otro, uno de los halcones militares del aislado y dictatorial régimen norcoreano.
De hecho, el viaje de Kim Yong-chol, que llegará a Corea del Sur acompañado de su propia delegación el mismo domingo, ha desatado la ira del espectro político conservador sureño.
Kim, de 72 años, está inscrito en la lista de sancionados de Seúl por el papel que ha tenido en el desarrollo del programa nuclear y es considerado el cerebro detrás de dos ataques contra intereses del Sur acaecidos en 2010.
Son el bombardeo sobre la isla de Yeongpyeong, que causó cuatro muertos, y el hundimiento de la corbeta Cheonan, del que Seúl acusa a Pyongyang, en el que perecieron 46 militares ahogados.
Así lo recordó hoy el principal bloque de la oposición, el conservador Partido de la Libertad de Corea (LPK), en una protesta frente a la residencia presidencial en Seúl exigiendo que se cancele su viaje o que se le arreste a su llegada por su rol en los dos ataques mencionados.
Docenas de sus parlamentarios mostraron su enfado y aseguraron que emplearan todos los “medios posibles” para intentar bloquear la visita.
El Gobierno surcoreano intentó hoy calmar los ánimos afirmado que es difícil señalar con precisión al cerebro detrás de los dos ataques militares y que, ante todo, la visita de Kim contribuirá al acercamiento.
Un portavoz del Ministerio de Unificación reconoció en rueda de prensa que el general Kim lideraba en 2010 la llamada Oficina General de Reconocimiento, una agencia de inteligencia enfocada en operaciones clandestinas relacionadas con Corea del Sur y Japón.
Pero a su vez señaló que “existe un límite” a la hora de señalar “a la persona responsable” de estos ataques y que Seúl ha decidido aceptar su visita porque “ayudará a mejorar los lazos intercoreanos y a cimentar el camino al diálogo”.
(Fuente: EFE)
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