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Mientras Europa discute cómo frenar la actual ola migratoria, Hungría anunció este miércoles la construcción de una alambrada en su frontera con Serbia para impedir que los inmigrantes accedan a la zona Schengen de libre circulación.
El Gobierno conservador nacionalista húngaro advirtió este miércoles de que “no puede esperar más” a que se tomen decisiones a nivel europeo e informó de la construcción de una valla de 4 metros de altura a lo largo de los 175 kilómetros de frontera con Serbia, por la que unos 53.000 inmigrantes irregulares han pasado en lo que va de año.
Los ministros de Interior de la Unión Europea (UE) negocian la elaboración de un sistema de cuotas, posiblemente obligatorio, para repartir a los demandantes de asilo, una idea que Hungría rechaza.
Mientras que a comienzos de año Hungría registró un gran número de peticiones de asilo procedentes de Kosovo, en los últimos meses han llegado sobre todo refugiados de los conflictos en Oriente Medio.
“Hungría no viola ninguna de sus obligaciones legales, ni acuerdos internacionales”, afirmó este miércoles el titular de Exteriores, Péter Szijjártó, al recordar que otros países de la UE “defienden sus fronteras” con alambradas.
El ministro, quien aludía así a las f*ronteras de Turquía con Grecia y Bulgaria*, añadió que “también ciudades españolas al norte de África se defienden así frente a la presión migratoria”.
Una vez registrados por las autoridades locales, los *inmigrantes que llegan a Hungría *tratan de proseguir camino hacia otros países europeos, sobre todo Alemania, Suecia o Austria.
Por eso, argumenta el primer ministro magiar, Viktor Orban, Hungría no se “defiende” sólo a sí misma ante la llegada de estos inmigrantes, sino a toda la zona Schengen.
Aún se desconoce cuándo exactamente se iniciarán las obras de construcción de la valla, que tiene precedentes en Bulgaria y Grecia, dos países con decenas de kilómetros de frontera abierta con Turquía.
La alambrada con Serbia es sólo la medida más reciente del Ejecutivo de Orban contra de inmigración.
Anteriormente, se ha enviado a todos los hogares del país un cuestionario para ver la “opinión ciudadana” sobre la inmigración ilegal, con preguntas que sugieren una vinculación directa entre este fenómeno y el terrorismo, como ha criticado la UE.
Además, se han colocado en las calles carteles en húngaro en los que se advierte a los inmigrantes de que deben respetar la cultura y las leyes del país y que no podrán quitar el trabajo a la población autóctona.
“Es preocupante que haya un ambiente hostil creciente hacia los inmigrantes”, asegura Ernö Simon, portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) en Budapest.
La oposición de izquierdas ha rechazado de lleno los planes de construir una valla, que ha calificado de “inhumana e inaceptable” y que ha definido como un “nuevo Telón de Acero”.
“Con o sin valla, hay que dejar entrar en el país a todos aquellos que llegan a Hungría pidiendo asilo”, opinó el director del programa de refugiados de la ONG defensora de los derechos humanos Comité de Helsinki, Gábor Gyulai, según el portal “index”.
El tema de la inmigración ilegal, a pesar de ser un reto de todo el continente europeo, ha adquirido en Hungría carácter de política interna, ya que el gobernante partido Fidesz busca recuperar su popularidad ante el temor de que muchos de sus votantes se marchen al ultraderechista partido Jobbik.
Sea como sea, el Gobierno húngaro no está solo en la UE con su rechazo a la propuesta de la Comisión Europea (CE), pues más de una decena de países no está de acuerdo con esta iniciativa tal y como está planteada.
Los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, discutirán en Bruselas el 25 y el 26 de junio sobre las cifras de reparto según la iniciativa de la Comisión.
(Fuente: EFE)