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La clara victoria de Syriza en Grecia pone en la mira a Podemos, que podría ganar las elecciones generales de 2015 en España. Dos conocedores de la realidad española nos ofrecen la visión alemana sobre esta hipótesis.
“Junto a Pablo Iglesias y Podemos, Syriza cambiará Europa”, arengó Alexis Tsipras el pasado jueves durante el acto de cierre de la campaña electoral griega. Iglesias acudió a Atenas para apoyar al líder de Syriza y allí refrendó ante miles de griegos que las formaciones de ambos protagonizarán una “ola de cambio en Europa”. La formación de Tsipras tendrá ocasión de demostrar durante su gobierno hasta qué punto eso es cierto. Podemos, por su parte, tiene todavía varios meses por delante hasta que se celebren las elecciones generales en España. De momento, medirá su poder de convocatoria en la “Marcha por el cambio” que se celebrará el próximo 31 de enero en Madrid. Allí, el partido espera reunir a miles de personas para expresar el deseo de que las cosas se hagan de otra manera.
¿Puede el éxito de Syriza tener un efecto contagio entre el electorado español? Walther Bernacker, historiador e hispanista de la Universidad de Erlangen Núremberg, cree que esta victoria “podría ayudar. Pero falta mucho hasta que se celebren las elecciones en España. Si salen mal las cosas en Grecia con Syriza, Podemos saldrá perjudicado”, dice Bernacker. “Además, el elector español tiene una idea nacional sobre su situación. Lo de Grecia se observa, lo de Italia se observa, pero son países diferentes, con problemas diferentes.”
Entusiasmo del electorado
La popularidad de Podemos ha experimentado un auge sin precedentes en muy poco tiempo. “Es el fenómeno político más fascinante de la política europea en décadas. No recuerdo ningún otro partido que, un año después de su fundación, ya hubiera tenido serias aspiraciones a gobernar un país”, dice el periodista Martin Dahms, corresponsal en Madrid desde 1994 para Frankfurter Rundschau y Berliner Zeitung.
“Podemos encarna un malestar que no va a desaparecer pronto y la convicción de que otra política es posible”, continúa Dahms. “Emergió de la grave crisis económica y de la rampante corrupción y ha conseguido conectar con los movimientos sociales que surgieron o se hicieron más fuertes a raíz del 15-M.”
El propio proceso electoral ha adquirido un nuevo interés, ya que entró en el juego un tercer contrincante con opciones de anotarse la victoria. “Algunos corresponsales nos preguntamos durante mucho tiempo cómo era posible que los españoles siguieran votando a los mismos partidos de siempre. Hasta que por fin empezamos a oír hablar de Podemos, un partido que nace como una necesidad. Dicho de otra forma: sería preocupante que no hubiera surgido”, señala Dahms. “Su aparición demuestra que la democracia en este país está muy viva. Uno de los lemas del 15-M fue ‘Lo llaman democracia y no lo es’. Podemos demuestra que sí lo es”.
Jugar con la indefinición
“2015 va a ser el año del cambio”, repite obsesivamente Pablo Iglesias en sus apariciones públicas. El líder podría estar aludiendo también al eslogan de la campaña electoral con la que Felipe González arrasó en las elecciones de octubre de 1982: “Por el cambio”. Para Walther Bernecke, el paralelismo con el PSOE de 1982 solo puede hacerse en lo referente a las expectativas que Podemos despierta en el electorado. Por lo demás, “el PSOE era un partido establecido, con unas estructuras, un programa y un liderazgo claros, con intenciones de desarrollar el sistema político ya existente en España. A Podemos le falta todo eso: no tiene tradición, no tiene estructuras sólidas, no tiene un programa concreto y, ante todo, dice ir contra lo establecido”.
¿Podría el entusiasmo de los votantes desinflarse y dejar fuera de combate a la formación de Iglesias? Bernecke cree que ese riesgo existe. “El tiempo juega contra su popularidad”, asegura.
“En este momento de auge, vive de su oposición al sistema y se mantiene gracias a la indefinición de su programa y sus estructuras. Cuando llegue el momento de consolidarse, surgirán los problemas internos y de organización. Una persona sola, por muy carismática que sea, como Pablo Iglesias, no gana unas elecciones. Se necesitan centenares de líderes en los municipios, en las comunidades… Eso traerá problemas internos, que ya se están produciendo. Si consigue consolidarse sin decepcionar a sus votantes, no se desinflará”, dice.
La sombra de Irán y Venezuela
El proceso de consolidación de Podemos no será su único obstáculo. Sus máximos dirigentes se enfrentan también con un pasado vinculado en mayor o menor medida a países como Bolivia y Venezuela. Aunque en los últimos tiempos evita el tema, Pablo Iglesias consideró públicamente en su día el modelo venezolano como “una referencia para los países del sur de Europa”. Juan Carlos Monedero, número 2 de Podemos, fue asesor del Gobierno de Chávez y participó en trabajos para los Gobiernos de Bolivia, Nicaragua, Venezuela y Ecuador con el fin de implantar una moneda común y desarrollar la unidad financiera en Latinoamérica. Varios medios de comunicación siembran la duda sobre si utilizó lo ganado por esas colaboraciones de forma transparente.
Por su parte, Iñigo Errejón, el director de la campaña europea de Podemos, centró en Bolivia el tema de su tesis doctoral y en su día mantuvo vinculación académica con Venezuela. Nada ilegal en ello, pero Walther Bernecke cree que todo esto implicaría en Alemania “un suicidio político”. “Ya no se trata de una cuestión ideológica”, explica. “Es que Venezuela lleva a cabo una política económica tan desastrosa, que orientarse hacia ella supone, desde la perspectiva alemana, con su economía de mercado social, que no puede ser tomada en serio. Ni siquiera Die Linke (La Izquierda) ha tomado a Venezuela como ejemplo”.
Aún más grave en Alemania y, sorprendentemente, poco debatido en España, es el hecho de que Pablo Iglesias realice para el canal iraní en español HispanTV un programa de televisión llamado FortApache. Por mucho que Iglesias argumente que él es el director de contenidos y que no recibe instrucciones de Irán, lo cierto es que, a través de esta plataforma, defiende un discurso que está a años luz de los valores del Gobierno que lo financia.
“Si un programa de TV es pagado por el régimen iraní, es difícil explicar a la audiencia que no hay también un cierto tipo de influencia sobre los contenidos, por mucho quer se afirme lo contrario“, dice el hispanista Walther Bernecke.
“Si hay dependencia financiera, esta siempre conlleva una dependencia analítica, de contenido. No creo que en Alemania un candidato así funcionara, porque perdería credibilidad ante sus posibles electores” , asegura.
El camino hacia la socialdemocracia
Haciendo un ejercicio de “política ficción”, Martin Dahms apunta como probable escenario tras las elecciones generales de 2015 en España hacia “una coalición entre Podemos y PSOE. Será un gobierno menos rupturista de lo que el núcleo duro de los seguidores de Podemos se imagina. Tendrá más conciencia social que el actual y ojalá buenas ideas sobre cómo financiar su política postausteridad. Veo al partido moviéndose en dirección a una socialdemocracia clásica, apartándose de sus raíces anticapitalistas”, explica.
Walther Bernecke concreta que Podemos “trata de reorientarse hacia las socialdemocracias del norte de Europa. Hablan, sobre todo, de Dinamarca, y de ocupar el lugar que hace unos años tenía el PSOE”. Bernecke no cree que, una vez en el poder, Podemos dejara de pagar la deuda ni llevara adelante medidas que fueran en contra de políticas internacionales. “España es un país avanzado y muy integrado en Europa, nadie quiere salir de Europa, ni siquiera en la crisis se ha contemplado esta posibilidad.“ De ascender al poder, Podemos lucharía por mejorar la situación y no doblegarse a las políticas de Bruselas y Berlín, pero sus medidas estarán dentro de los márgenes establecidos por las leyes internacionales. Habrá un cambio, pero será reformista, no revolucionario”, concluye.
(Fuente: María Santacecilia/Deutsche Welle )