Steve Bannon estaba enfrentado a Jared Kushner, yerno y asesor de Donald Trump. (Foto: EFE)

Steve Bannon estaba enfrentado a Jared Kushner, yerno y asesor de Donald Trump. (Foto: EFE)

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Donald Trump se arriesgó hoy a alejarse de la base populista que le hizo presidente de Estados Unidos al despedir a su principal altavoz en la Casa Blanca: el controvertido estratega jefe, Steve Bannon.

“El jefe de gabinete de la Casa Blanca, John Kelly, y Steve Bannon, han decidido mutuamente que hoy sería el último día de Steve. Estamos agradecidos por su servicio y le deseamos lo mejor”, anunció la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders, en un breve comunicado.

Después de días de rumores sobre su posible salida, Donald Trump comunicó a sus asesores este viernes que había decidido despedir a Bannon, según relataron fuentes oficiales al New York Times.

El entorno de Steve Bannon defiende, sin embargo, que la decisión de marcharse es suya, y una fuente de su círculo dijo al diario que el asesor presentó su dimisión al mandatario de Estados Unidos el pasado 7 de agosto.

El plan inicial de Donald Trump, según fuentes de CNN, era despedir hace tres semanas a Bannon y al entonces jefe de gabinete, Reince Priebus, con quien se había alineado el asesor, al mismo tiempo, pero terminó apartando solo al segundo ante la presión de Mark Meadows, presidente del Freedom Caucus (Caucus de la Libertad), la facción ultraconservadora del partido.

Pero Meadows dejó de abogar por mantener a Bannon en la Casa Blanca después de la sorprendente entrevista del asesor en la publicación The American Prospect este miércoles, en la que contradice la política de Trump sobre Corea del Norte y presume de haber ordenado cambios en el Departamento de Estado.

A Trump, que detesta las filtraciones, le enfurecieron las palabras de Bannon, quien se ha quedado en Washington estas primeras semanas de agosto en las que el presidente y su equipo están “de vacaciones de trabajo” en su club de golf de Bedminster (Nueva Jersey).

Bannon estaba en guerra abierta desde hace meses con Jared Kushner, yerno y asesor del presidente; con el principal asesor económico, Gary Cohn, y con otras voces consideradas “moderadas” que él desdeñaba con la etiqueta de “los globalistas”.

Pero el enfrentamiento que más agotó la paciencia del nuevo jefe de gabinete, el general John Kelly, fue el de Bannon con el asesor de seguridad nacional, H.R. McMaster, con quien tenía sonoras discusiones por su rechazo frontal a que Estados Unidos incremente su presencia militar en Afganistán y del que, supuestamente, habría suministrado información negativa a la prensa.

A Bannon se le acusa de no jugar en equipo y promover su propia agenda: la lista de promesas aislacionistas, proteccionistas y antinmigrantes que llevaron a Trump a la Casa Blanca y que el asesor repasaba a diario en su famosa pizarra blanca.

Con su salida, Trump se arriesga a alejar a una base para la que Bannon era el garante de que cumpliría lo prometido en campaña: construir el muro en la frontera con México, frenar la inmigración irregular, implantar medidas proteccionistas y proceder a un repliegue de Estados Unidos en la escena mundial.

El impacto de esta baja dependerá en buena medida del papel que tome el asesor una vez fuera de la Casa Blanca, ya que se asume que volverá a Breitbart News, la publicación que dirigía y que es lectura de cabecera de la base de Donald Trump.

Ese medio digital es muy seguido además por los grupos supremacistas y el propio Bannon lo describió como “una plataforma de la alt-right”, la autodenominada “derecha alternativa”, marca más joven de la ultraderecha estadounidense.

Esta vinculación a la extrema derecha provocó que numerosas voces pidieran su salida inmediata de la Casa Blanca tras la violencia de la concentración supremacista blanca del sábado en Charlottesville (Virginia).

La marcha, en la que hubo signos y cánticos nazis, terminó en tragedia cuando un supremacista arrolló con su automóvil una contramanifestación antifascista, matando a una joven e hiriendo a 20 personas.

La reacción de Trump, condenando la violencia y el odio en “muchos lados”, desató una oleada de críticas, incluso de republicanos y empresarios, que el presidente avivó el martes reiterando su postura y diciendo que en la concentración supremacista también había “gente muy buena”.

“La decisión de romper con Bannon puede entenderse como un esfuerzo de salvar su presidencia después de Charlottesville. Pero quizás acabe siendo el principio del final de su administración”, advertía hoy en un artículo Joel Pollak, editor en jefe de Breitbart.

“Los votantes de Trump han sido pacientes, pero quizás pronto sepan si Donald Trump es realmente Arnold Schwarzenegger 2.0.”, agregaba, recordando que el actor y exgobernador republicano de California (2003-2011) “abandonó” su base para sortear las críticas a su gestión.

Este mensaje y su tuit “#guerra” tras la salida de Bannon avisan a Trump de que ha dado un paso arriesgado y de que su base no permanecerá de su lado si no cumple.

Fuente: EFE