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Para evitar una catástrofe climática, la temperatura global no debe subir más de dos grados. Para ello es necesario reducir las emisiones y eliminar los gases de efecto invernadero de la atmósfera. Pero, ¿cómo?
La emisión de gases de efecto invernadero aumenta, a pesar de todas las advertencias. El más reciente informe del Consejo Mundial del Clima (IPCC) muestra adónde puede llevar ello: con gran probabilidad, la temperatura promedio en la Tierra aumentará hasta fines de este siglo de 3,5 a 4,8 grados centígrados en comparación con la era preindustrial.
Y hasta fines del siglo próximo (2300), los expertos calculan un aumento promedio de temperatura de 8 grados si no se hace nada por evitarlo. En las ciudades de Europa Central se registraría entonces una “temperatura como la actual en el desierto de Libia”, dice Joachim Schellnhuber, director del Instituto de Investigación del Impacto Climático, de Potsdam, y miembro del IPCC.
El IPCC llama por eso a actuar. Las emisiones de gases de efecto invernadero deben ser reducidas en todo el mundo. Pero eso no basta: en la segunda mitad del siglo debe lograrse también eliminar los gases de efecto invernadero ya existentes en la atmósfera.
Nuevas formas de abordar el problema
El desarrollo de las energías renovables y el aumento de la eficiencia energética están considerados como métodos seguros y baratos para evitar emisiones de CO2. Pero también hay otras formas de abordar el problema.
Aproximadamente el uno por ciento de las emisiones actuales de CO2 puede aprovecharse a largo plazo también como materia prima. En plantas piloto se produce electrolíticamente hidrógeno (H2). Este se transforma con ayuda de CO2 en metano (CH4), con el que pueden funcionar motores, por ejemplo, de automóviles. Así estos circulan “clima neutral”. Por su parte, la industria química está ya en condiciones de utilizar CO2: para producir poliuretano, con el que se fabrica espuma para colchones.
Otra posibilidad de reducción de CO2 es la tecnología CCS (Carbon Capture and Storage): el CO2 es introducido bajo presión en las profundidades de la tierra, por ejemplo en las cavidades dejadas por la extracción de petróleo y gas natural. El problema hasta ahora son los costos relativamente altos de la técnica, pero su factibilidad está fuera de duda.
Humus, biocarbón y renaturalización de suelos
También puede extraerse CO2 de la atmósfera a través de la reforestación y la formación de humus. Con humus, los suelos son más fértiles y atrapan a largo plazo más CO2. Según el experto en clima Hans-Josef Fell, el proceso natural de formación de humus es, sin embargo, demasiado lento para generar una significativa reducción de CO2.
“Llevaría siglos sacar de la atmósfera las cantidades necesarias de CO2”, dice.
Por eso, Fell aboga por una aceleración tecnológica de ese proceso. Con la carbonificación hidrotermal (HTC) se genera con altas presiones biocarbón a partir de restos de plantas, que luego es introducido en los suelos. “Desiertos pueden transformarse así en tierra fértil y superficies degradadas ser renaturalizadas”, dice el investigador. Ya existen las primeras plantas piloto.
En todo caso, las técnicas existen, algunas más otras menos avanzadas. Lo que falta son las d*ecisiones políticas para impulsar y financiar más investigaciones*, proyectos piloto y aplicaciones prácticas. Es de esperar que la actual Cumbres sobre el Clima en Lima marque hitos en ese sentido.
(Fuente: Deutsche Welle )