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Jerusalén, otoño de 1999: Shimon Peres, entonces ministro de Cooperación Regional, hablaba desde el podio sobre el proceso de paz, y sonreía amablemente a su copanelista palestino, Ciad Abu Zaya, secretario de gabinete de la Autoridad Palestina. Yo fui testigo. La paz se ha logrado a niveles diplomáticos, dijo Peres, y añadió que Israel dejaría de controlar la vida de los palestinos y de expandir sus asentamientos, y que posibilitaría el crecimiento económico del pueblo palestino para garantizar la paz.
Peres falló
Quince años después, nada de eso se hizo realidad. En lugar de la paz, los misiles llueven en Israel matando a gente inocente. Israel, a su vez, contraataca con toda su artillería matando a cientos de palestinos inocentes. Shimon Peres falló en su intento. ¿Por qué? Porque no hubo suficientes israelíes ni palestinos dispuestos a darle una oportunidad a la paz.
Pero al mirar atrás, en 1999 lo que prevalecía era la euforia, una euforia por la paz. También me sentí así en ese momento. Luego de la conferencia y el debate me dirigí directamente hacia Peres, Nobel de la Paz, para pedirle un autógrafo. Yo era un adolescente, y Shimon Peres me impresionó profundamente.
El artífice de los Acuerdos de Oslo
Después de todo, Peres era el hombre que, junto con Yasser Arafat y Yitzhak Rabin, se dio cuenta en 1993 de que lograr la paz entre israelíes y palestinos era la única manera de pacificar Cercano Oriente. Se esforzó mucho para lograrlo, como presidente del Partido Laborista, ministro de Relaciones Exteriores y, más tarde, como presidente de Israel.
Por supuesto que Peres también es el hombre que compró armas de todo el mundo para la seguridad de Israel, después de que declarara su independencia, en 1948. Más tarde convirtió a Israel en una potencia nuclear con ayuda de Francia y EE. UU., y cuando decidió formar parte del gobierno de Ariel Sharón, en 2001, integró un equipo que revocó los Acuerdos de Oslo.
El regreso de la línea dura
Sin embargo, el fin de la presidencia de Peres también marca el fin de una era plena de esperanza pacificadora. Mensajeros de la paz como Peres o Abu Zaya hace tiempo que ya no encuentran eco entre israelíes y palestinos. Los ataques en Israel y en Palestina están a cargo de aquellos que creen que las bombas y los misiles solucionarán el conflicto. Del lado palestino, ese proceso comenzó, a más tardar, con la muerte de Yasser Arafat, en 2004, y el ascenso de Hamás. Pero los que abogan por una coexistencia pacífica y una solución de dos Estados son difíciles de encontrar entre la élite política israelí actual.
Es de lamentar que, con el alejamiento de Peres de la política, Israel pierda a un presidente que estaba claramente a favor de la paz, no por todos los medios o a cualquier precio, pero sí con convicción verdadera.
(Fuente: Peter Hille/Deutsche Welle )