(Foto: Wikimedia)

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En pocos días, fuertes terremotos sacudieron la costa del Pacífico, en California y en el sudoeste de Perú. ¿Se podría tratar de un adelanto del tan temido megaterremoto en el “Anillo de fuego”?

California vive desde hace generaciones con el miedo a “The Big One”, el gran terremoto, y el sismo del domingo pasado hizo revivir ese temor. “Creí que llegó la hora”, tuiteaba un habitante de San Francisco. “Pasé toda mi vida aquí, y cuando la Tierra tiembla durante más de diez segundos, piensas que se acerca el fin”, relata un paseante a las cámaras de televisión estadounidenses.

Al pensar en “The Big One”, los californianos ven en un escenario de horror, como el del sismo de 1906, que, con una fuerza de 7,8 en la escala de Richter, dejó a San Francisco casi reducida a escombros y le costó la vida a unas 3.000 personas. Desde entonces, los habitantes del sudoeste de Estados Unidos temen, como sucedió en abril de 2014, que cada sismo de gran magnitud pueda ser el anuncio de un movimiento geológico de dimensiones catastróficas, como el de principios del siglo XX.

Sin relación con el “Anillo de fuego”

Debido a la regularidad con la que se producen terremotos de cierta magnitud, los geólogos del Centro de Investigación de Terremotos, en el sur de California, estiman que hay una probabilidad del 46 por ciento de que la tierra tiemble en la región en los próximos 20 años con una fuerza de 7,5 en la escala de Richter. Sin embargo, de los sismos de los últimos tiempos no se puede deducir que el megaterremoto tan temido esté cerca, explicó Rainer Kind, investigador del Centro de Investigación Geológica de Potsdam, a Deutsche Welle. “Lamentablemente, no es posible predecir eso con seguridad”.

Pocas horas después de que la tierra se sacudiera en California marcando 6,0 en la escala, la región sudoeste de Perú sufrió un sismo de 6,6. Ya el sábado se habían reportado terremotos en Valparaíso, Chile. También en este contexto, el experto se cuida de establecer una conexión con “The Big One”: “No es posible comprobar la relación entre dos terremotos en lugares que están a más de miles de kilómetros el uno del otro”, señala.

Lo que une a las tres regiones en las que se produjeron sismos es que están ubicadas a lo largo del “Anillo de fuego”, un cinturón de cerca de 40.000 kilómetros de largo que comprende las áreas costeras del Pacífico, desde Tierra del Fuego hasta Alaska, pasando por Japón y el sudeste de Asia. En esa zona se localiza el 90 por ciento de los cerca de 1.500 volcanes activos, y otro 90 por ciento de los terremotos del planeta se producen allí.

“A lo largo de toda la costa, desde México hasta el sur de Chile, la placa oceánica se desplaza debajo del continente. Está divida en varias placas que se mueven independientemente las unas de las otras”, explica Rainer Kind. Es por eso que no se puede decir que los sismos en diferentes regiones tengan un origen común.

Barrios construidos sobre fallas geológicas

Las consecuencias del terremoto en California “no son tan terribles como podrían haber sido”, evalúa al día siguiente el director del Equipo de Rescate de ese Estado, Mark Ghilarducci. Cerca de 150 personas están hospitalizadas, y los daños se cifran en alrededor de 760 millones de euros. Rainer Kind se muestra sorprendido por la magnitud de la destrucción: “Es de suponer que eso tiene que ver con que el sismo se produjo cerca de la Bahía de San Francisco, donde hay muchos terraplenes y acumulación de légamo. Esas capas frágiles de tierra son movilizadas con mucha facilidad y pueden provocar grandes daños”.

En California se hace mucho para proteger a la población de los terremotos, pero muchos barrios están construidos sobre fallas geológicas y, por ende, sobre zonas de riesgo.

Por ejemplo, el Downtown de Los Angeles, o el Sunset Boulevard. En Perú no hubo muertos, según datos oficiales. Es decir, este terremoto fue más inofensivo que el de 2007. A mediados de agosto, Perú recordó a las 496 personas que fallecieron, atrapadas por los escombros, en la región de Ica.

(Fuente: Deutsche Welle )