(Foto: spDuchamp / Flickr)

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Por Gustavo Vila Leyva (@larsvila)

Este 14 de febrero, en muchas ciudades del mundo se ve el símbolo del corazón. Es una fecha para celebrar el amor y la amistad, sentimientos humanos que si bien no son necesarios para la supervivencia, cohesionan a las personas y brindan felicidad. Peluches, cajas de chocolate, adornos, entre otros objetos, son detalles que comúnmente pueblan los comercios, las avenidas y las calles. Es entonces, curioso lector, una excelente oportunidad para conocer el origen del símbolo más utilizado para comunicar y regalar amor. Atribuido al corazón, de donde se creía desde la antigua Grecia que era el centro de los sentimientos amatorios, parece en realidad tener un origen no tan romántico, o sublime: una antigua planta con propiedades contraceptivas.

El silfio, planta de origen norteafricana y hoy posiblemente extinta, fue de muy frecuente utilización desde el siglo VII AC, en culturas como la egipcia, la griega y la romana, debido a sus amplias propiedades para la medicina y la gastronomía. Tuvo su punto álgido de popularidad en la sociedad romana donde se le brindaba mucho valor por su propiedad para prevenir embarazos, incitando las oportunidades de las parejas jóvenes a consumar sus deseos sin sufrir consecuencias mayores.

Según el historiador Plinio, el viejo, su preparación para este fin consistía en mezclar un poco de lana suave con la resina del silfio, con la cual se fabricaba una especie de pequeña píldora, la cual se introducía en la vagina para provocar el flujo menstrual. Su efectividad, según narra Plinio, se creía muy alta, siendo muy común su uso como una especie de pastilla del día siguiente. Su secreto, al parecer, residía en el alto contenido de estrógenos que contenía la planta.

Fue gracias al valor que le dieron la antigua Grecia y el imperio romano a esta planta, que se le brindó tributo grabando su imagen en las monedas con las que se hacían los intercambios comerciales de la época. Incluso, una moneda de la antigua ciudad estado de Cirene, hoy Libia, tiene grabada la forma de la semilla de dicha planta, que se asemeja mucho al ‘corazoncito’ que hoy conocemos.

Fue la iglesia católica la popularizó definitivamente la forma de sus semillas al incluirla en las imágenes del sagrado corazón de Jesús, en el siglo XVII D.C.

En la sociedad moderna, la utilización de anticonceptivos está muy extendida entre hombres y mujeres que disfrutan de su sexualidad, y más allá de juicios morales, éticos y religiosos, permite que el día del amor sea aprovechado en su máxima amplitud. Curiosamente, esta práctica fue la responsable de darle forma al ícono universal del amor, y es una lección que la historia nos recomienda tener en cuenta. Este 14 de febrero, celebremos dicho sentimiento.