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Graça Santos no tiene pelos en la lengua, nunca los ha tenido. En el antiguo mercado de Bolhão, en la ciudad de Porto, la vendedora de pescado dice que todos los políticos en Portugal son corruptos, incapaces y flojos. Arruinaron el país, obligándolo a pedir ayuda al fondo de rescate de la Unión Europea, que apenas en mayo de 2014 pudo volver a abandonar, añade.
“A los ricos no les hizo daño. Pero nosotros, los pobres, tuvimos que hacer grandes sacrificios inhumanos para sobrevivir con dignidad”, critica la vendedora de 52 años.
Por un lado, reducciones salariales, de la pensión y aumento de los impuestos. Por otro, privatizaciones de empresas, jornadas de trabajo más largas, una fuerte reducción de las prestaciones sociales y un empeoramiento del servicio de salud estatal: Graça asegura que el gobierno liberal de derecha utilizó todos los instrumentos de tortura que la troika le había exigido para cumplir las medidas de ahorro.
Balance de la troika
El balance de los últimos tres años de troika en Portugal es controvertido: el rendimiento económico no ha mejorado notablemente, la tasa más baja de desempleo ha sido del 13 por ciento y la deuda estatal incluso asciende a más del 130 por ciento. Gran parte de la clase media ha caído en la pobreza.
“Lo peor es que aún no hemos superado la crisis”, dice el director de documentales Pedro Neves. Las personas más débiles de la sociedad son las más afectadas, se queja Neves, y cuenta que hace poco hizo un reportaje sobre un hombre al que le redujeron las prestaciones sociales en 20 euros. “Desde entonces, Constantino vive en la calle, porque ya no puede pagar su cuarto”.
Auge económico
Por su parte, el presidente de la Cámara de Comercio e Industria de Porto, Nuno Botelho, asegura que la situación ha mejorando. Botelho explica que la industria textil nuevamente produce para las grandes marcas europeas.
Asimismo, entre tanto, la industria del calzado compite hasta con las marcas italianas. De Porto y sus alrededores, donde la mayoría de las empresas medianas tienen su sede, provienen más de la mitad de los ingresos por exportaciones portugueses.
“Admito que antes había dilapidación de recursos. No tanto como se dice, pero sí la hubo”, constata Botelho. “En ese sentido, la política de ahorro fue algo positivo”. Hoy día, se fundan más nuevas empresas de las que entran en quiebra, señala.
Ningún trato especial
Por ello, el presidente de la Cámara de Comercio e Industria no puede entender las críticas y demandas de los griegos. Si bien se debe respetar la soberanía de los pueblos, estos no pueden esperar un trato especial. Sobre todo rechaza rigurosamente un recorte de la deuda: “Si Grecia quiere salirse del euro, adelante. Si no quiero ser miembro de un club, debo salirme”.
Cada vez más portugueses parecen oponerse a las demandas griegas de una renegociación de la deuda. “Yo también tuve que devolver cada céntimo. Los griegos tiene que pagar lo que deben”, dice la vendedora de pescado Graça. No obstante, saluda la lucha contra la corrupción y la evasión fiscal que ha anunciado el nuevo gobierno griego. La victoria electoral de Syriza es una señal de esperanza, agrega.
(Fuente: Deutsche Welle )