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El primer ministro de Japón, Shinzo Abe, y el presidente de Rusia, Vladimir Putin, escenificaron hoy su buena sintonía durante una cumbre en la que abordaron su enquistada disputa territorial y abrieron la puerta a un futuro acuerdo de paz.

En la tercera reunión celebrada este año entre ambos mandatarios, Shinzo Abe y Vladimir Putin pusieron sobre la mesa varias fórmulas para avanzar hacia la resolución del contencioso que mantienen desde finales de la II Guerra Mundial por la soberanía de las islas Kuriles y que desde entonces ha lastrado sus relaciones bilaterales.

Éste fue el tema principal que ocupó a ambos líderes durante la primera jornada de la visita del jefe del Kremlin a Japón, que tuvo lugar en un bucólico ryokan (hotel tradicional nipón) de Nagato, feudo natal del clan Abe, al suroeste del país.

“Hemos mantenido un sincero y profundo intercambio de opiniones”, afirmó Abe en declaraciones a los medios al término de la primera sesión de reuniones, que se prolongó unas tres horas y tuvo “muy buen ambiente”.

Ambos líderes debatieron cómo estrechar sus relaciones económicas, comerciales y de exteriores, y apostaron por “la cooperación conjunta para resolver muchos temas”, según Abe, quien destacó “el papel constructivo de Rusia” en las relaciones internacionales.

Para abordar el espinoso asunto de las Kuriles, Shinzo Abe eligió la intimidad de un onsen (balneario nipón), un escenario poco habitual para cumbres donde el protocolo japonés exige desnudez total y en el que los líderes estuvieron únicamente acompañados de sus intérpretes.

Allí trataron la posibilidad de permitir “actividades económicas conjuntas” en las cuatro Kuriles meridionales, islas que quedaron bajo soberanía soviética después de Segunda Guerra Mundial y cuya devolución reclama desde entonces Japón con insistencia.

También se planteó que los 6.500 antiguos residentes nipones de este grupo de islas que quedan, del total de 17.000 evacuados durante la ocupación soviética, puedan realizar visitas a los “Territorios del Norte”, como los llama Japón.

Shinzo Abe y Vladimir Putin continuarán mañana con sus reuniones con el objetivo de profundizar en los temas tratados y de firmar una serie de acuerdos económicos y de inversión, entre otros actos incluidos en la agenda del líder ruso.

Vladimir Putin, que permanecerá solo 48 horas en Japón, llegó hoy a la prefectura suroccidental de Yamaguchi con casi tres horas de retraso al tener que gestionar la posible participación rusa en la evacuación de Alepo durante el conflicto de Siria, según explicó un portavoz del Kremlin a la cadena nipona NHK.

Pese a la fluidez del trato entre ambos mandatarios de corte conservador -se han reunido 16 veces en total durante los dos mandatos de Abe -, la visita de Putin es la primera de un presidente ruso al país asiático en once años y la primera reunión entre éste y un mandatario del G7 desde el conflicto de Crimea.

El político nipón ha intentado hacer un complejo juego de equilibrios con Moscú, que atesora unos recursos energéticos anhelados por Tokio, mientras que Rusia con buenos ojos un acercamiento comercial al país asiático en un momento en que su economía padece las sanciones internacionales.

Por un lado, Japón apoyó estas sanciones impuestas a Moscú por anexionarse la península de Crimea en 2014 y apoyar a los separatistas prorrusos sublevados en el este ucraniano, lo que ha sido señalado por el propio Putin como uno de los factores que impiden que haya “una mayor confianza bilateral” y se firme un acuerdo de paz.

Al mismo tiempo, Abe ha tratado de suavizar el descontento ruso ofreciendo a Moscú una serie de acuerdos comerciales centrados en mayores inversiones niponas en el este del país.

El reciente acercamiento entre Tokio y Moscú ha generado muchas reticencias en Washington – principal socio internacional de Japón – durante el Gobierno de Barack Obama, partidario de reforzar el aislamiento de Rusia en represalia por sus intervenciones militares en Ucrania y Siria.

Ahora está por ver la postura que adoptará al respecto el nuevo Gobierno del republicano Donald Trump, quien ya ha anunciado la designación como secretario de Estado de Rex Tillerson, jefe ejecutivo de la petrolera ExxonMobil y con probados vínculos con Moscú.

Fuente: EFE