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Conseguir dinero en efectivo en Venezuela, imprescindible para pagar multitud de servicios como los taxis, las comidas en la calle o los productos de la reventa, se ha convertido en una ardua tarea para la que cada venezolano debe reservar una buena parte de su tiempo.
La altísima inflación unida a la falta de papel moneda y la no impresión de billetes de mayor curso provoca que sea necesario andar siempre con un buen fajo de billetes en el bolsillo por lo que pueda pasar.
Pero es que además no basta con ir una sola vez al cajero, que en la mayoría de los casos ofrecen un máximo de 4.000 bolívares diarios cuando no menos, y cuando una carrera media en un taxi cuesta cerca de 1.000 bolívares, lo mismo que un paquete de cigarrillos.
“Es una pérdida de tiempo, los cajeros del Banco de Venezuela nunca sirven, ni ninguno de los bancos del Estado”, se quejó Luz Sabas, una de las 11 personas que hacía cola el viernes en un cajero automático del este de Caracas cuando un hombre golpeó la pared al lado del dispositivo y soltó un lamentó: “ya no hay plata”.
La pantalla de los otros dos cajeros en el exterior de un centro comercial indicaban estar “temporalmente en mantenimiento” mientras la cara de Luz mostraba ya visibles signos de malestar.
El sudor en su rostro y las bolsas en sus manos con las cada vez más escasas toallas sanitarias y azúcar hacen intuir que, como muchas mujeres en el país, viene ya de haber pasado horas bajo el sol haciendo cola para comprar en un supermercado.
La escasez de alimentos y productos de higiene ha creado un nuevo oficio, el de los “bachaqueros”, que se dedican a comprar productos y revenderlos. Su “trabajo” ilegal, les obliga a aceptar únicamente dinero en efectivo con lo que aumentan la necesidad de contar con billetes de los ciudadanos.
En el cajero de una de las entidades financieras del gobierno solo se pueden retirar 3.000 bolívares diarios, pero Luz gasta más “porque siempre hay una cola por ahí y si uno consigue algo de primera necesidad se mete”.
“Todo es en efectivo”, comenta, incluso en las farmacias o mercados que disponen de punto de venta, a veces, cuando hay mucha cola, debe cancelar “con efectivo para agilizar el proceso”.
Luz, frustrada, se alejó del cajero en dirección a otra entidad financiera cercana, Marlon Herrera se cruzó en su camino y ajeno al “mantenimiento” intentó, también en vano, retirar su dinero.
Es fin de semana y en estos días, como en los feriados, tiene que visitar “hasta 3 cajeros” para adquirir algunos de esos billetes con el rostro de los próceres venezolanos que, unidos uno de cada ejemplar, no alcanzan para costear un dólar a la tasa oficial.
La moneda que lleva el apellido del libertador de cinco naciones (Bolívar), consiste en billetes de 2, 5, 10, 20, 50 y 100 unidades.
A la tasa de cambio oficial más alta (la baja está reservada para la importación de alimentos y medicinas) para cambiar un dólar se necesitan 200 bolívares, o dos billetes de la máxima denominación.
En otra entidad bancaria, que sí expidió efectivo, Miguel Quintero comenta que su retiro “es muchísimo billete, no cabe en una cartera ni en ningún lado y se te acaba en nada, en dos días”.
En un banco privado, el único que permite sacar esa cantidad, se puede retirar hasta 16.000 bolívares en cuatro transacciones de 40 billetes de 100, si es que corre con suerte y el cajero tiene billetes de esa denominación.
En ocasiones, en los dispositivos menos modernos, los retiros a falta de billetes de “alta denominación” deben ser más bajos.
Así, 600 bolívares, insuficientes para un almuerzo en algún establecimiento de comida rápida, puede ser el límite diario, si no se tiene tarjeta de cliente del mismo banco donde se realiza la transacción.
Yonder Hernández estima gastar 6.000 bolívares diarios en comer y desplazarse en taxi, estos últimos pueden costarle, dice, alrededor de 3.000 bolívares por lo que necesita visitar varias veces al día algún cajero para hacerse con el efectivo suficiente.
Siempre que no sea viernes, cuando casi todos los cajeros se quedan sin billetes que suministrar ante el acopio que hace la gente para el fin de semana, cuando ya resultará una tremenda hazaña conseguir algún bolívar.
Fuente: EFE
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