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“Espero no tener que llorar cuando cante en la Vijećnica”, dice Zelika Katavic, cantante de coro del Teatro Nacional Bosnio, refiriéndose a la antigua Biblioteca Nacional de Sarajevo, en la que se presentará en la noche del 28 de junio junto a la Filarmónica de Viena, durante la conmemoración de los 100 años del Atentado de Sarajevo.
En ese atentado fue asesinado el archiduque Francisco Fernando de Austria, heredero de la corona del Imperio austrohúngaro y su esposa, Sofía Chotek, y el hecho se considera clave en el estallido de la Primera Guerra Mundial.
La Vijećnica también forma parte de otra historia: a comienzos de la Guerra de Bosnia, en 1992, los ocupantes serbios bombardearon el edificio, que en esa época era la Biblioteca Nacional de Bosnia-Herzegovina.
Libros y escritos de todas las religiones y culturas que habían sobrevivido durante siglos fueron destruidos. Con ello se perdieron obras del Imperio Otomano y escritos en latín y en serbio, es decir, un tesoro multicultural incalculable.
En agosto de 1992, vecinos y bibliotecarios trataron de salvar lo que se podía arriesgando su propia vida. Era el ataque a un símbolo de la convivencia pacífica y multiétnica en el país en el que vivían bosnios, croatas y serbios.
Para unos héroe, para otros asesino
El Atentado de Sarajevo se recuerda en esa ciudad como el crimen de un serbio nacionalista, el joven Gavrilo Princip. La clase política en la región serbia de Bosnia, por el contrario, celebra a Princip como a un héroe que luchó contra la opresión austro-húngara.
Es por eso que, al cumplirse cien años del atentado, organizaron una contramanifestación en Visegrad, región de Bosnia de mayoría serbia. Allí se inaugurará la aldea de Andricgrad, ideada por el cineasta serbio Emir Kusturica que refleja su ideal de una mini-Serbia.
En el este de Sarajevo, el alcalde, Liubisa Cosic, ordenó construir un monumento de Gavrilo Princip de tres metros de altura. “Es importante mantener un vínculo con nuestra historia”, dijo Cosic.
“Un Nelson Mandela”
En Serbia también se atiza el sentimiento nacionalista. El historiador Dusan Batakovic, de la Academia de las Ciencias, sostiene que Gavrilo Princip es un símbolo de la libertad.
“Es espantoso calificar de terrorista a alguien que luchó contra el dominio colonial. Yo digo que Gavrilo Princip era un Nelson Mandela que tal vez usó los medios equivocados, pero eso era legítimo a comienzos del siglo XX”, afirma.
Batakovic va aún más allá: con el concierto de la Filarmónica de Viena en Sarajevo, Austria pretende distraer del hecho de que es responsable de la Primera Guerra Mundial, señala.
(Fuente: Deutsche Welle )