(Foto: Cortesía Morguefile)

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En Alemania se tratan – cada año – más de 30.000 casos de niños con quemaduras o escaldaduras. Unos seis mil de estos accidentes con materiales o líquidos calientes tienen que tratarse en hospitales, dice Ingo Königs, del Hospital Infantil de Altona, en Hamburgo.

“El torso, el cuello y la quijada son las partes de un niño más expuestas a las quemaduras, sin olvidar los incidentes con las manos, desde luego“… como en el caso de Tom, que movió el hervidor de agua y se quemó la parte superior del cuerpo, un mes antes de celebrar su segundo cumpleaños, cuenta su mamá, Sandra Strippel. Tom tuvo que ser hospitalizado y estuvo en coma inducido durante cinco días, debido a la gravedad de sus quemaduras de segundo grado B, un diagnóstico frecuente en quemaduras de niños.

“En quemaduras de segundo grado B se forman ampollas que pronto estallan y se amplían.* En quemaduras de esta gravedad resultan afectadas* la epidermis y la dermis”, agrega el médico especialista. La dermis es la segund capa de la piel. Una lesión de tercer grado daña el tejido subcutáneo y una quemadura de cuarto afecta los músculos y los tendones.

En el tratamiento se limpian las heridas y se eliminan las ampolllas, bajo anestesia. Si se detecta una lesión más profunda, a veces se requiere de una transplantación de piel, que a menudo se toma de un muslo. La ONG “Pauline” asiste a niños y padres de quemados.

Cuando la curiosidad mata

“El nombre de Pauline evoca a la niña traviesa del libro infantil Der Struwwelpeter o Pedro Melenas , escrito en 1845. Paulinita – habiéndo quedado sola en casa – se quema por jugar con cerillas”, recuerda Susanne Falk, de dicha asociación sin ánimo de lucro. La historia de Paulinita termina muy mal. Al final, la casa está en llamas y la niña muere abrasada. Los fundadores de Paulina son padres de niños quemados. Su objetivo: crear un lugar al cual los padres de las víctimas puedan acudir, dice Susanne Falk y apunta que “En Paulina tenemos un teléfono rojo al que los padres pueden llamar, en caso de accidente. Especialistas acompañan a los padres de niños quemados“.

Los expertos de Paulina asisten a los familiares de niños quemados durante el largo y tortuoso tratamiento que, a menudo, requieren las quemaduras. Los niños se encuentran en crecimiento y las cicatrices limitan o impiden la movilidad.

Al tratamiento físico le debe seguir el psíquico

Eso obliga a hacer fisioterapia o a varias intervenciones quirúrgicas. Pero las cicatrices quedan, como advierte Königs: “A los daños físicos que sufre, a menudo, un niño se suman los psíquicos. Para muchos la experiencia es traumática. Debido a las quemaduras que desfiguran la cara, por ejemplo, las víctimas llaman la atención, son discriminadas o estigmatizadas”.

La especial curiosidad de los niños entre uno y cinco años los expone mucho más a los peligros del entorno. Por esto son los que más se ven involucrados en accidentes con quemaduras o escaldaduras que no solo dejan cicatrices en la piel, sino en la mente. Por lo que todos los adultos están llamados a hacer todo lo posible por evitar accidentes con líquidos o materiales calientes.

(Fuente: Deutsche Welle )