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El papa Francisco indicó que lo que se espera de la Iglesia no es solo condenar los abusos de sus clérigos sino “medidas concretas y efectivas” para erradicarlos, durante su discurso al inicio de la reunión para la protección de menores que se celebrará hasta el domingo en el Vaticano.

“El pueblo de Dios nos mira y espera de nosotros no simples y obvias condenas, sino medidas concretas y efectivas”, dijo el papa Francisco ante los 190 representantes de la jerarquía eclesial reunidos para afrontar el problema de los abusos en una cumbre sin precedentes en la historia de la Iglesia.

“Se necesita concreción”, remarcó en su discurso.

“Ante el flagelo del abuso sexual perpetrado por los hombres de la Iglesia contra los menores, pensé en consultarme con ustedes, patriarcas, cardenales, arzobispos, obispos, superiores religiosos y responsables, para que juntos (…) podamos escuchar el grito de los pequeños que piden justicia”, comenzó Francisco su discurso de apertura de la cumbre.

El Sumo Pontífice manifestó a los presentes que “sobre este encuentro pesa la responsabilidad pastoral y eclesial que nos obliga a discutir juntos, de manera sinodal, sincera y profunda sobre cómo enfrentar este mal que aflige a la Iglesia y la humanidad”.

El papa Francisco adelantó que se entregará a los participantes, entre ellos 114 representantes de las Conferencias episcopales, unas “líneas-guías” para ayudar a reflexionar y que serán “un simple punto de partida”.

Además, el papa pidió que el Espíritu Santo ayude en estos días a la **Iglesia **a “transformar este mal en una oportunidad para tomar conciencia y purificación”.

Y rogó a la Virgen María para que ilumine a la Iglesia a “intentar curar las graves heridas causadas por el escándalo de la pederastia tanto a los pequeños como a los creyentes”.

La reunión comenzó con las palabras de una víctima leídas por uno de los miembros del comité organizador y experto en la lucha contra los abusos el sacerdote Hans Zollner: “Ni mis padres, ni las autoridades eclesiásticas oyeron mi llanto. Y me pregunto: ¿Por qué tampoco Dios lo oyó?”.

Fuente: EFE