(Foto: EFE)

(Foto: EFE)

Síguenos en Facebook



El papa Francisco inició su visita a Nápoles, en el sur de Italia y condenó la corrupción, el desempleo y la explotación de los trabajadores, además, demostró su buen corazón al visitar una cárcel donde comió con unos 120 reclusos, entre ellos algunos homosexuales, transgénero e infectados con el VIH.

===>>> Sigue a La Prensa en Facebook

“La corrupción apesta, una sociedad corrupta apesta, y un cristiano que deja que la corrupción se quede con lo mejor de él, apesta”, afirmó en el barrio de Scampia, lugar que fue escenario de una sangrienta guerra entre clanes de la Camorra, la mafia local.

“Pertenecen a un pueblo con una larga historia, atravesada por vicisitudes complejas y dramáticas”, dijo el pontífice ante los congregados en el barrio de Scampia. “La vida en Nápoles nunca ha sido fácil, pero nunca ha sido triste. Este es su recurso más grande, la alegría”.

“Scampia es un barrio de Nápoles repleto de problemas, pero también rico en recursos”, explicó por su parte al papa el cardenal Crescenzio Sepe, arzobispo de Nápoles.

Tras escuchar los mensajes de bienvenida y tomarse selfies con varios adolescentes, el pontífice subrayó la importancia de luchar contra el mal y la injusticia económica y predicó la tolerancia con los migrantes.

ENLACE: PAPA FRANCISCO CUENTA CHISTE SOBRE EL EGO DE LOS ARGENTINOS

“Cuando uno no se gana la vida, pierde la dignidad”, afirmó, recordando que en Italia el desempleo juvenil supera el 40 por ciento. “Es la tragedia de nuestro tiempo, no podemos quedarnos callados”, insistió.

El papa Francisco arremetió además contra los trabajos mal pagados y no regulados: “Eso se llama esclavitud, eso se llama explotación, eso no es humano, no es cristiano”.

Luego, en una misa celebrada en la plaza del Plebiscito, en el centro de Nápoles les dijo a los 60.000 asistentes que “¡no se dejen robar la esperanza! No cedan a las lisonjas de ganancias fáciles o rentas deshonestas”.

ENLACE: PAPA FRANCISCO: DOS AÑOS CONSTRUYENDO UNA IGLESIA MÁS CERCANA Y UNIVERSAL

“Reaccionen con firmeza a las organizaciones que explotan y corrompen a los jóvenes, a los pobres y a los débiles, con el cínico comercio de la droga y otros crímenes. ¡Que la corrupción y la delincuencia no desfiguren el rostro de esta bella ciudad!”, reclamó el pontífice.

“Es tiempo para la redención en Nápoles: ese es mi deseo y mi plegaria para una ciudad que alberga un gran potencial espiritual, cultural y humano, y sobre todo, una gran capacidad para amar”, agregó.

ALMUERZO CON ENFERMOS Y HOMOSEXUALES

Tras la misa en la plaza del Plebiscito, el papa Francisco se dirigió a la prisión Poggioreale, donde comió con unos 120 reclusos, entre ellos algunos homosexuales, transgénero e infectados con el VIH. Doce de los reos se sentaron con él a la mesa, entre ellos un argentino.

“¡Nada podrá jamás separarnos del amor de dios! Ni siquiera las rejas de una cárcel”, dijo el pontífice a los presos, según el comunicado distribuido por el Vaticano, ya que no se permitió la entrada de cámaras a la cárcel. Cuando se marchaba, fue despedido con un cartel que decía: “Un santo en el infierno de Poggioreale”.

La vista concluyó con un encuentro con enfermos y otro con jóvenes. El papa Francisco respondió a tres preguntas y aseguró que los modelos de familia católica están “en crisis” y “bajo ataque” por parte del secularismo y de las denominadas teorías de género, que rechazan las nociones tradicionales de identidad sexual.

“Están esas colonizaciones idelógicas de la familia de Europa y también de (los Estados Unidos), formas, propuestas, y también ese error de la mente humana que es la teoría de género, que crea tanta confusión, tanta confusión”, dijo el pontífice.