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En días en el que frío se siente cada vez más intenso, son los estornudos y malestares los protagonistas del invierno. Se estima que más del 25% de la población mundial sufre de algún tipo de alergia pero, por los síntomas, suele confundirse con otras enfermedades, como por ejemplo con un resfrío.
Mientras que este es causado por un virus, una alergia es la reacción corporal frente a diferentes agentes desencadenantes, también llamados alérgenos . Entre los síntomas más comunes están los respiratorios (rinitis, asma, perdida de la voz y dificultad para respirar). Pero una persona alérgica también puede sufrir desde reacciones en la piel (dermatitis, ronchas, picor e hinchazón) o problemas digestivos (diarreas, vómitos y náuseas), hasta problemas más severos (mareos, taquicardia, hipotensión y pérdida de conocimiento).
“Normalmente, las reacciones alérgicas no se producen la primera vez que el paciente está expuesto al alérgeno. Los síntomas suelen presentarse, al menos, en un segundo contacto en caso de alimentos y medicamentos, o una segunda temporada en caso de alérgenos ambientales”, señaló el Dr. José Ignacio Larco, especialista en Inmunología y Alergia de la Clínica San Felipe.
¿Cómo se genera una alergia?
Las alergias pueden desencadenarse por los alérgenos que se encuentran: – En el ambiente: ácaros del polvo, hongos ambientales, epitelio de animales (perro, gato, etc.), insectos (cucaracha y polilla) y pólenes (no muy frecuentes en nuestro medio). – Por vía oral: alimentos (en especial leche de vaca, huevo, frutos secos, trigo, pescados) y medicamentos (sobre todo antiinflamatorios no esteroideos y penicilinas). – Por contacto: puede ser cualquiera de los indicados que originen lesiones en la zona de la piel con la que entran en contacto.
¿Cómo se detecta una alergia?
Las alergias se presentan en adultos y niños, aunque en el caso de los menores estos pueden padecer – además de los síntomas ya mencionados – irritabilidad y cólicos.
Ante la sospecha de la presencia de alergia en una persona adulta o un bebé, se debe acudir a un especialista para pasar por los exámenes respectivos y el diagnóstico consta de 5 etapas: – Historia clínica y examen físico. Es la revisión detallada que realiza el especialista. – Pruebas cutáneas. Es la primera arma diagnóstica, consistente en la aplicación de una gota del extracto alergénico sobre la zona volar del antebrazo, punzando con una lanceta. El resultado se obtiene en un lapso de 10 a 15 minutos. – Pruebas de laboratorio. Se realiza mediante la prueba de la Inmunoglobulina E específica (IgE), que mide la concentración de los anticuerpos producidos por el sistema inmunitario. – Pruebas de parche o epicutáneas. Consisten en colocar unos parches en la espalda con distintos alérgenos para confirmar la alergia por contacto. – Provocación oral controlada. Se aplica o suministra al paciente el alérgeno sospechoso en dosis crecientes observando si ocasiona alguna reacción.
De confirmarse la complicación, la opción terapéutica más frecuente es evitar el agente causante. Asimismo, existen tratamientos que ayudan a controlarla, más no a curarla (como la Inmunoterapia y la Desensibilización, también llamada inducción de tolerancia), que ayudan a estimular las defensas del cuerpo y que deben ser indicados por el médico para no producir efectos secundarios.