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El alambre de cuchillas que el presidente de Estados Unidos (EEUU-USA), Donald Trump, mandó instalar en la frontera con México es todo un atractivo turístico para cientos de personas que parecen dar la razón al mandatario cuando dijo que la concertina puede suponer una “vista hermosa” o, al menos, curiosa.
Y es que, mientras en una esquina de la calle Internacional en la ciudad arizoniana de Nogales un agente de la Patrulla Fronteriza vigila el puerto fronterizo peatonal de Morley, un grupo de turistas se detiene frente a la valla divisoria para tomarse fotos con el alambre de cuchillas como telón de fondo.
Del otro lado de la calle, un vehículo transita a poca velocidad, se trata de David Palomino y su esposa Jennifer, originarios de California, quienes llegaron hasta la línea fronteriza para ver de cerca el alambre que instalaron los militares desplegados por el Gobierno para detener el cruce de indocumentados saltando la valla.
David explica a Efe que, al igual que muchas otras personas que llegan hasta este lugar, escucharon en las noticias sobre la instalación del alambre de cuchillas y quiso verlo personalmente en esta especie de ciudad binacional de 400.000 habitantes separada por la valla fronteriza.
“Yo no sé que es lo que esto ayuda a prevenir, pienso que es una pérdida de dinero que puede ser utilizado en algo más”, opina sobre un alambre que el Gobierno puso para aumentar la seguridad nacional y que, según medios locales, está siendo robado en varios tramos de la frontera por mexicanos que después lo instalan en los muros de sus propiedades.
David y su esposa se detienen a comentar las diferencias entre la Nogales mexicana y la estadounidense, lo imponente de la franja divisoria y la fuerte vigilancia en el área por parte de agentes fronterizos y de las pocas posibilidades que tiene una persona de saltar la valla sin ser detectado.
Mientras observan la concertina dos patrullas de agentes fronterizos pasan junto a ellos en lo que se ha convertido en la rutina diaria que viven residentes y visitantes.
Lo que sí es nuevo es la afluencia de personas a esta área para ver el despliegue militar montado por el Gobierno estadounidense para frenar la creciente llegada de inmigrantes, que en febrero pasado marcó la cifra más alta en los últimos 12 años, con más de 76.000 migrantes detenidos tras cruzar irregularmente la frontera.
Representantes de la Nogales estadounidense reconocen que la concertina, que puede atrapar y causar profundos cortes a aquellos que intenten atravesarla, despertó la curiosidad de visitantes procedentes de diferentes partes del país y del extranjero.
“Esto ha sido un gran atractivo. Desafortunadamente, una mala noticia ha sido algo productivo para la ciudad, porque tenemos más visitantes y llamadas a la Oficina de Turismo”, dice a Efe Olivia Ainza, presidenta de la Cámara de Comercio de Nogales.
“La gente que está llegando no son personas que se quedan, vienen de paso consumen en nuestros restaurantes, ponen gasolina. Para nosotros esto es algo muy bueno”, explica sobre sus “muy buenos números”.
Las oficinas de turismo Nogales-Santa Cruz han recibido numerosas llamadas y visitas de personas que preguntan por el muro y dónde se está construyendo la principal promesa electoral en materia migratoria de Trump, que todavía sigue en proyecto por falta de fondos.
Según Ainza, muchos de los visitantes vienen del norte del país atraídos por la “atención nacional e internacional” que se ha generado en la frontera desde la llegada de Trump al poder. Dice que tienen una imagen distorsionada de la realidad fronteriza y que su percepción que cambia tras conocer y convivir con los residentes.
“Hemos recibido mensajes positivos, nos preguntan por el crimen y se dan cuenta de nuestra realidad, esto nos ha servido porque se llevan otra idea de la frontera”, dice sobre las versiones sobre la crisis de seguridad que se vive en la zona que transmiten medios conservadores.
La cifra de turistas que acudieron al Centro de Visitantes del Condado de Nogales-Santa Cruz en enero pasado subió más de un 50 % en comparación con el mismo mes de 2018 y los números aumentaron de nuevo en febrero y se prevé que sigan esa tendencia este marzo.
Uno de ellos es el mexicano José Hernández, residente de Sonora, quien cruzó a Nogales para hacer unas compras y aprovechó la oportunidad para pasar por el área de la valla fronteriza y comprobar la instalación del alambre de cuchillas.
“Escuché en las noticias que habían colocado ese tipo de alambre, vine a percatarme, a mirar”, menciona Hernández, que lamenta que el alambre de cuchillas se haya convertido en una “demostración de división entre ambos Nogales”.
El alcalde de la Nogales estadounidense, Arturo Garino, lucha para que el Gobierno federal se lleve el alambre, al menos del centro de la ciudad al considerarlo un riesgo para la comunidad.
“El alambre lo instalaron desde arriba hasta el piso y es peligroso para los niños. Hemos enviado cartas a las senadoras de Arizona y congresistas pidiendo que este alambre sea removido (retirado)”, recalca Garino en declaraciones a Efe.
Fuente: EFE