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Entre continuos bombardeos e intermitentes disparos, las fuerzas kurdas y el ejército iraquí refuerzan el frente de Jazer, a unos 17 kilómetros de Mosul, para redoblar el acoso a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI, ISIS o Daesh).
Desde la cima del estratégico monte Ain al Shafra se contempla la extensa llanura donde las fuerzas de seguridad kurdas o peshmergas y el ejército iraquí libran la última batalla para arrebatar Mosul a los extremistas y que comenzó este lunes.
El sonido de los aviones sobrevolando la zona y las columnas de humo que surgen de distintos puntos de Mosul y otras poblaciones del valle se imponen en la lejanía, mientras entre las alambradas de espino y los sacos terreros del puesto de vigilancia que los “peshmergas” mantienen en la cima del monte, se escucha el canto de varios pájaros y se observa el vuelo de unas mariposas.
Más de una decena de focos de humo se elevan desde Bartala y Hamdiya, controladas por los yihadistas y situadas en el camino de las fuerzas de seguridad iraquíes hacia Mosul, la principal plaza de ISIS en Irak.
A cinco kilómetros al norte de Bartala, desde Basajra, liberada ayer por los “peshmergas”, han sido lanzados varios morteros contra las zonas controladas por los yihadistas, cuenta a Efe un soldado apostado junto a unos sacos, que asegura que esperan el apoyo del ejército iraquí para seguir avanzando.
Es una zona de minorías, las tan castigadas por Estado Islámico y su fanático salvajismo en las zonas que cayeron bajo su control, tanto en Siria como en Irak.
Bartala estaba habitada por cristianos e iraquíes de la minoría shabak; Basajra, ahora totalmente vacía, era también hogar de miembros de los shabak, y Hamdiya, en un tiempo acogió a la mayor población de cristianos en el país.
Tras la liberación de una decena de pueblos y aldeas, en los tres grandes frentes abiertos contra los combatientes extremistas, continúan los preparativos y la coordinación entre las fuerzas kurdas y el ejército iraquí.
A lo largo de la mañana, en la falda del Ain al Shafra opuesta al campo de batalla, han ido llegando distintas unidades de vehículos blindados, tanques y artillería, en su mayoría kurdas, pero también del Ejército iraquí.
Un mando del primer batallón de tanques de las fuerzas “peshmergas”, el oficial Mohamed Zaki, cuenta a Efe, rodeado de sus hombres y de una veintena de acorazados, que se están preparando para abrir un nuevo frente en las próximas horas.
“Estamos haciendo preparativos para trasladarnos a otro eje (…) Muy pronto llegaremos a las afueras de Mosul“, insiste Zaki, antes de asegurar que sus hombres tienen la moral muy alta y que los “peshmergas” están en continua coordinación con el Ejército iraquí.
Zaki, asimismo, muestra su total disposición a entrar en la ciudad de Mosul, “para acabar con los criminales de Dáesh (acrónimo árabe del Estado Islámico)” si así se lo ordenan, matiza.
Las autoridades iraquíes han acordado con las kurdas que tanto los “peshmergas” como las milicias chiíes de la Multitud Popular, estas últimas acusadas de tomar represalias contra la población civil en zonas de mayoría suní, no irrumpirán en el bastión yihadista de Mosul.
En la retaguardia, en dirección a Erbil, donde la vida transcurre apacible a pesar de encontrarse a una treintena de kilómetros del frente, las heridas dejadas por ISIS son inconfundibles.
Hasan Shami, el pueblo del que fuera ministro de defensa del derrocado Sadam Husein, Sultán Hashem, está vacío y gran parte de sus viviendas destrozadas.
Unos kilómetros antes se encuentra el punto más avanzado que llegaron a dominar los hombres leales al líder de ISIS – Abu Bakr al Bagdadi -, el puente de Jazer, que fue volado por los yihadistas en su retirada.
Ahora, una improvisada construcción de hierro con un solo carril deja paso a los pocos vehículos que atraviesan la que era hasta 2014 la gran arteria que unía Mosul con Erbil.
Algunos obreros se afanan en la reconstrucción de la antigua obra de ingeniería cerca de un cartel donde se pueden ver cinco soldados de las fuerzas “peshmergas” caídos en su lucha contra el grupo Estado Islámico.
No muy lejos de ahí, máquinas excavadoras trabajan en la construcción de un gran campamento de desplazados, otro más, levantado en previsión del ingente número de refugiados que se teme que huya de los combates, a medida que la lucha se acerque a las tantas veces castigada ciudad de Mosul.
Fuente:EFE
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