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“Son negociadores muy duros, siempre”, reconoce Johnie Webb, uno de los miembros del equipo del Pentágono que pactó con Corea del Norte la reciente repatriación de restos de soldados estadounidenses desaparecidos en la Guerra de Corea (1950-1953).
“Tratas de establecer un encuentro y después no aparecen, o lo hacen pero tarde, intentan llevar las negociaciones hasta altas horas de la noche para agotar al interlocutor”, dijo a Efe Webb en una entrevista telefónica.
El director adjunto de Comunicación y Relaciones de la Agencia de Contabilización de Desaparecidos en Combate y Prisioneros de Guerra del Departamento de Defensa (DPAA, por sus siglas en inglés) formó parte de la delegación de ocho estadounidenses que el pasado mes de julio negoció la entrega de los restos de los militares.
Esas conversaciones transcurrieron de manera paralela al diálogo que mantienen Washington y Pyongyang sobre el programa nuclear de Corea del Norte.
Las negociaciones para el regreso a casa de los soldados caídos acapararon numerosos titulares después de que la delegación norcoreana no se presentara a un primer encuentro que el Comando de Naciones Unidas, liderado por Estados Unidos, y Corea del Norte habían acordado mantener el 12 de julio.
“Habíamos propuesto una hora y un lugar en uno de los edificios de la parte sur de la zona desmilitarizada (…). Llegado el momento, nuestros representantes estaban allí, pero los norcoreanos no aparecieron”, rememoró Webb.
Pese a la “decepción” inicial, tras dos horas de espera, los norcoreanos les enviaron un mensaje en el que proponían aplazar la reunión y trasladar el lugar del encuentro a un edificio próximo, pero ubicado en la parte norte.
“Nunca nos dieron un motivo, probablemente no se querían reunir en ese edificio, querían hacerlo en el norte”, opinó Webb desde Hawái, donde la DPPA tiene uno de sus dos laboratorios.
A pesar de las posibles suspicacias que este cambio de escenario pudiera haber suscitado, Washington accedió sin problemas, explicó Webb, quien ya conocía de primera mano “las viejas tácticas” de negociación norcoreanas, puesto que en los años 90 participó en unas conversaciones similares.
“Me he reunido con norcoreanos muchas, muchas veces y nunca ha habido preocupaciones por temas de seguridad en este tipo de encuentros”, aseguró el estadounidense, quien subrayó que el nuevo punto de encuentro se encontraba igualmente en la zona desmilitarizada y era visible desde Corea del Sur.
Según relató Webb, Estados Unidos tampoco presentó ninguna problema cuando la delegación norcoreana le ofreció apenas 55 urnas con restos, una cifra muy alejada de las 200 entregadas por Pyongyang hace dos años, cuando el ex presidente Barack Obama (2009-2017) aún ocupaba el Despacho Oval de la Casa Blanca.
“Como queríamos estar seguros de que había suficientes cajas porque nosotros suministramos las urnas les dijimos que teníamos 200 si hacía falta, y nos dijeron que 55 serían suficientes”, confirmó el funcionario, quien añadió que su delegación “nunca” preguntó el porqué de esta divergencia.
“Queríamos recuperar todos los restos que fuera posible”, señala.
A pesar de los altibajos de esta ronda de negociaciones, el 27 de julio las urnas llegaron finalmente a la base naval de Pearl Harbor, en Hawái, donde fueron recibidas con honores por el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence.
El deseo del Pentágono, no obstante, es que este sea solo el primer paso de un proceso que permita, además, retomar las misiones de búsqueda de soldados caídos en territorio norcoreano, suspendidas en 2005, una posibilidad que ambas partes negocian.
“El presidente Trump y el líder Kim [Jong-un] acordaron seguir adelante con esto, así que creo que hay un cierto impulso y me siento optimista al respecto”, dijo.
Sin embargo, Webb admitió que los baches en el diálogo entre Washington y Pyongyang sobre el proceso de desnuclearización suponen una amenaza que se cierne sobre el deseo del **Pentágono **de no dejar a ninguno de los suyos atrás.
“Por supuesto, siempre existe esa preocupación de que si la relación no se consolida y se producen grandes diferencias, podría dar al traste con lo que estamos intentando hacer, pero queremos pensar que (los norcoreanos) ven que se trata de un esfuerzo humanitario y que mantendrán estos dos asuntos separados”, concluye un siempre optimista Webb.
Fuente: EFE