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Dos clases diferentes de impacto se registraron en el medio ambiente de la Antártida, según un estudio en la edición de octubre de BioScience.
Entre 2001 y 2002, una intensa temporada de fusión azotó a la región, con consecuencias que van desde la aceleración de redes microbianas como cambios en las poblaciones de pingüinos.
La intersección de dos ciclos climáticos, el Modo Anular del Sur y el Fenómeno El Niño, genera una temporada particularmente cálida y ventosa, con resultados como el deshielo de los glaciares, el adelgazamiento del hielo perenne de los lagos y las modificaciones en el área helada marina.
El trabajo se centra en las formas en que el cambio de extensión del hielo influye en la ecología marina, el medio ambiente y las redes alimentarias de capas múltiples de la costa y cercanas, así otros ecosistemas. Las otras zonas son de agua dulce en valles secos de la Antártida, un desierto polar libre de hielo.
“Por estos dos ecosistemas polares muy diferentes comprenden mejor cómo los diversos ecosistemas de todo el mundo van a responder al cambio climático. Con estudios a largo plazo hemos sido capaces de observar los efectos en muchos niveles diferentes”, destaca Hugh Ducklow, experto de la Universidad de Columbia que lidera el análisis.
Los cambios del hielo marino, recalcó, rebotan hasta la cadena alimenticia. En la península antártica, las condiciones atmosféricas en los años señalados dieron como resultado más grosor de hielo marino compactado contra el borde de la península, con aumento de fusión en el borde, liberando grandes cantidades de agua dulce y las algas de hielo directamente en la capa mixta superior del océano.
Estos aportes de nutrientes apoyaron un gran florecimiento de algas en primavera y un aumento de la población de krill antártico, una importante fuente de alimento para los pingüinos, ballenas, focas, peces y aves marinas.
Los mismos patrones atmosféricos, además, ocasionan una mayor caída de nieve y deshielo a lo largo de la península, inundando los nidos de pingüinos adelia y favoreciendo a las especies de pico rojo.
En todo el continente y mucho más al sur de los valles secos, se elevan los niveles del lago y se revelan los depósitos de polvo arrastrados por el viento ocultos en el glaciares. La capa gruesa de hielo característica del lago (normalmente de 4 a 6 metros) también se adelgaza rápidamente, lo que permite más luz solar de lo habitual para llegar a las capas superiores de la comunidad planctónica que se desarrolla en el agua del lago bajo el hielo.
Al mismo tiempo, las entradas de carbono orgánico disuelto a partir de corrientes de nuevos activos alimentados aumenta la productividad bacteriana más profunda. Pruebas apuntan a que podría conducir a cambios a largo plazo en la estructura de las comunidades microbianas en las pequeñas lagunas.
¿Las conclusiones? La temporada de calentamiento del medio ambiente marcó el comienzo de casi una década de aumento del nivel del lago. En muchos sentidos, el hielo moldea la respuesta de estos dos sistemas a los cambios ambientales. Las relaciones rara vez son simples, pero la investigación ecológica a largo plazo permite a los científicos hallar puntos de vista de las pequeñas desviaciones del clima para entender cómo los ecosistemas pueden responder cuando lo inusual se convierte en lo típico.