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La agresión del embajador ecuatoriano Rodrigo Riofrío a dos mujeres peruanas ha agrupado a gran parte de la sociedad peruana en torno a una sola idea: la violencia contra la mujer no tiene justificación de ninguna manera.
Conversamos con Magaly Nóblega, magíster en Salud Mental y doctora en Psicología, sobre las percepciones, mitos y prejuicios en torno este delicado tema: un 40% de mujeres peruanas ha sufrido o sufre algún tipo de violencia.
El caso del embajador que agredió a una señora y a su hija. ¿Cómo así una persona, propensa a ser pública por cualquier acción que realice, termina por caer en esto?
Esto demuestra que el nivel de instrucción no aleja a los hombres de la posibilidad de cometer una agresión. Luego, si vemos el tema de violencia, hay detrás una relación de poder legitimado del hombre hacia la mujer. Generalmente, cuando hay episodios de violencia, es porque se legitima un poder. “Yo siento que por cualquier razón soy superior a los demás” y por lo tanto me creo con el derecho de violentar al otro.
Pierdes la noción incluso de quién eres en ese momento…
Claro, hay una dificultad también para frenar tu impulsividad. Esto último es una de las características que está muy asociada a los episodios de violencia.
Muchos siguen pensando que al hablar de violencia contra la mujer estamos hablando solo del aspecto físico…
Incluso, a pesar de que se considera que la violencia emocional es también parte de la violencia contra la mujer, esto aún no está suficientemente visibilizado. En los medios y para todos es más evidente cuando hay un golpe, un moretón o una quemadura. Sin embargo, otras formas, como conducta de control, el hacerle pasar a la mujer situaciones de humillación, o incluso la restricción económica son también componentes de violencia contra la mujer pero por el lado emocional.
¿Qué consecuencias puede tener la violencia emocional en las mujeres?
Las consecuencias de una violencia emocional, que suele ser más sistemática y de más larga data, son peores que las de la violencia física. Además, no puede haber violencia física si antes no hubo violencia emocional. Por lo tanto es mucho más relevante esta última.
La cobertura que da la prensa sobre casos de violencia contra la mujer. ¿Le parece correcta o considera que termina por agrandar más el problema?
Creo que ayuda en el sentido que (la prensa) pone el caso a la luz pública pero considero que esta contribución es de forma parcial. Solo se visibiliza un tipo de violencia y esto puede generar una desidentificación. Por ejemplo: soy mujer y veo en la televisión casos de violencia y pienso ¡Mi esposo no llega a tanto, entonces no estoy en un caso tan grave! Al presentar (los medios) una parte de la problemática, parcializan nuestra visión de la misma.
Algunos consideran que la violencia se da solo en el matrimonio, en casa, o conviviendo. Los enamorados también pasan por esto…
Es cierto, también se da en la pareja a ese nivel. Probablemente, la historia que pueda tener una mujer que haya tenido repetidas parejas violentas podría ser parte de sus características individuales que la va a predisponer a un mayor o menor riesgo de estar en situaciones de violencia.
¿Influye mucho que una mujer haya visto violencia en casa para que en su vida se repita ese problema? Tiene que ver pero no siempre. No es que todas las niñas o niños que vieron violencia en casa vayan a ser luego víctima o agresores. Influye pero sobre todo si se observa la reacción que tuvieron los padres ante eso. Si yo veo en casa discusiones, más que la situación objetiva de que haya violencia, lo que yo voy a interiorizar es la actitud que tuvo mi madre para hacerle frente a esa violencia. Si veo que mi madre me transmitió que eso estaba mal, entonces eso tendrá más impacto que el simple hecho de presenciar violencia.
¿El feminicido es la etapa final de la violencia contra la mujer?
Es la máxima expresión.
¿Viene haciendo las cosas bien el Estado para combatir la violencia contra la mujer?
En un estado como el que tenemos, lamentablemente la prevención es casi cuando el problema ya se da. En mi opinión la verdadera prevención debe partir de la socialización de los niños. Se previene trabajando con ellos. Hay que deslegitimar las situaciones de violencia. Los abusos contra la mujer son solo un reflejo de una sociedad violenta. Todos los gobiernos quieren solucionar el problema del momento y no buscan a largo plazo porque eso no conviene políticamente.
¿Tiene alguna relación el nivel de instrucción o de ingresos con los casos de violencia contra la mujer?
Es un mito que se presenten más casos de violencia contra la mujer en los sectores bajos. La prensa no tiene mucho acceso a la información de lo que ocurre en los sectores altos. Por el otro lado, en cuanto a los niveles de instrucción podemos decir que la violencia es mayor en mujeres con primaria y secundaria, y es menor en el nivel de educación superior. Los extremos tienen una menor incidencia. Eso abre el panorama para ver qué sucede en los sectores altos.
Uno ve campañas en diferentes ámbitos pero las mujeres a veces no acuden a denunciar lo que les pasa. ¿Solo es por amor?
No. La mujer está inserta en una serie de círculos que van hablando sobre ella. A nivel personal son por ejemplo los temores. Luego una mujer acepta denunciar pero no sabe dónde hacerlo. ¿Y si allí se encuentra con gente que ridiculiza su denuncia? A veces, la sociedad no te provee los canales necesarios y el soporte para poder sostener la decisión de haber denunciado.
Cuénteme sobre la publicación…
Este producto se deriva de una investigación mayor que hicimos como parte de las actividades del instituto. Cuando entramos, buscamos tener una mayor comprensión de lo que estaba sucediendo alrededor de la violencia contra las mujeres. Queríamos no solo medir su prevalencia e intensidad sino ver además qué otros factores adicionales estaban asociados a esta violencia. Encontramos que principalmente nuestra estadísticas son solo eso, números. Se conoce que el 40% de las mujeres a nivel nacional sufren o han sufrido algún tipo de violencia física por parte de sus parejas. El 66% han sufrido violencia emocional.
¿El título La evaluación de la violencia contra la mujer es más que todo un instrumento para ver casos así?
Es una herramienta que trata de medir la prevalencia de la violencia pero además cómo están estos factores (individuales, relacionales, comunitarios, etc.) tanto en mujeres que son maltratadas y en otras que no lo son. Otro componente de esta herramienta es el factor ético y finalmente no solo nos nutrimos de preguntas sino además de grupos focales.
En el libro presentan el enfoque ecológico de la violencia a partir de cuatro niveles determinados…
El nivel individual se refiere a las características de las personas como tal. El relacional habla de las características de la relación de pareja que pueden poner en mayor o menor riesgo la situación de la pareja. El comunitario, bueno en este nivel la pobreza y sus consecuencias son un factor de riesgo. Finalmente, en el nivel social existen muchas creencias que no solo impiden visibilizar la violencia sino que la legitiman.
¿Cómo tratar estos temas sin caer en un exagerado feminismo?
Se trata más de una apuesta por los derechos de la persona aunque hay que decir que la estructura de nuestra sociedad está mucho más armada como para justificar la violencia contra la mujer y condenar la violencia de la mujer hacia el hombre. Ambos tenemos los mismos derechos a no ser maltratados pero existe una perspectiva más feminista porque aquí no se combate solo contra la persona sino también contra una sociedad en general.
¿Existen recomendaciones previas para el trabajo en temas de violencia contra la mujer?
Es básico que las personas que trabajan estos temas hagan una revisión de los conceptos que tienen sobre la violencia, que busquen incluso sus casos personales. Debes ser consciente de los ‘filtros incorporados’ dentro de ti. Es complicado trabajar con mujeres así (víctimas de violencia) y tú puedes reaccionar pensando ¡Cómo ella puede haber aguantado eso! Eso que se filtra por tu lenguaje no verbal va contra la ética y contra el respeto a la otra persona. Finalmente, el respeto a los silencios de las personas y también proteger el anonimato.
-Importante: A los interesados, el libro de Magaly Nóblega está a la venta en la librería del Fondo Editorial de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, Turismo y Psicología de la USMP y en las librerías Crisol.
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