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Los kurdos, que durante años estuvieron marginados dentro de Siria, pensaban haber tomado su revancha con la creación de una región autónoma aprovechando la guerra. Pero este protoestado kurdo se ha convertido en un territorio asfixiado económicamente.
Desde que en 2011 empezó el conflicto, las fuerzas kurdas, indispensables para Estados Unidos (EEUU-USA) para luchar contra los yihadistas, han conquistado varios territorios y en marzo pasado proclamaron una región federal autoadministrada en el norte de Siria.
Sin embargo su presencia no gusta ni a algunos grupos sirios ni tampoco a la vecina Turquía.
El resultado es que esta región rica en petróleo y considerada el “granero” de Siria está aislada y depende en gran parte de la ayuda humanitaria de la ONU para paliar la falta de productos básicos comida o las medicinas.
En su farmacia de la ciudad Qamishli, en la provincia de Hasaka (noreste de Siria) Mustafa Ebdi ve con desesperación como se agotan sus existencias.
“Nos faltan la mayoría de medicamentos” explica a la AFP mientras sus clientes buscan desesperados entre los anaqueles vacíos.
“Nuestras farmacias están vacías. No encontramos productos para las anestesias generales ni para cirugía ni tampoco la medicación para la diabetes” lamenta.
Una situación que se explica por la situación geográfica y por el conflicto. “La situación económica es mala porque las zonas kurdas están rodeadas, en el sur por los yihadistas del Estado Islámico (EI, ISIS o Daesh) y en el norte por Turquía”, el principal enemigo de los kurdos, explica el experto en Siria Fabrice Balanche.
Precios al alza
En el este de Qamishli se encuentra el punto de paso de Simalka que lleva a la zona kurda de Irak y que los responsables de la región autónoma “cierran cuando quieren” explica Balanche.
Aunque en teoría todos los líderes kurdos comparten el ideal de crear un estado propio, en la práctica las relaciones son tensas entre el Partido Democrático del Kurdistán Iraquí (PDK), liderado por Masud Barzani, y el Partido de la Unión Democrática (PYD) en Siria.
Barzani tiene estrechas relaciones con Turquía, que considera el PYD una organización “terrorista”, y los turcos denuncian la creación de la región semiautónoma cuyo objetivo es unificar los cantones de Afrín, Kobane y Jazire, este último en la provincia de Hasaka.
En Simalka, por donde transitan las mercancías, el paso está muchas veces cerrado y según Siyamand Usman, que lo vigila en el lado sirio bajo un sol de justicia, asegura que desde marzo el número de productos que llegan de Turquía a las regiones kurdas ha caído un 90%.
“Nos sorprendió que cerraran el paso fronterizo de Simalka cuando se anunció la creación de la región federal” autónoma en marzo, explica a la AFP.
“Los únicos productos que dejan entrar (los kurdos de Irak) se quedan días enteros al sol y hay que pagar tasas muy altas para asegurarnos de que pueden entrar”, lamenta.
En los últimos cinco meses, el precio del azúcar en la zona kurda se ha multiplicado por cuatro, de 175 libras sirias hasta 800 (unos 1,60 dólares) y la harina ha pasado de 25 a 125 libras (0,25 dólares).
Escasez
En el mercado de Qamishli, Mohannad al Jarba se queja de que los comerciantes aprovechan la escasez para subir precios. “Ahora dependemos de las conciencias de los comerciantes”, asegura.
Además, el cierre del paso de Simalka ha agravado el problema del empobrecimiento de las tierras fértiles.
Los kurdos, que representan el 15% de la población siria, no quisieron elegir entre el régimen y los rebeldes cuando estalló el conflicto en 2011.
Desde 2014, cuando el conflicto empezó a complicarse con la intervención de actores internacionales y regionales y la entrada de los yihadistas, el brazo armado del PYD se ha convertido en una de las principales fuerzas que lucha contra ISIS, con el apoyo aéreo de la coalición internacional dirigida por USA.
Para paliar el cerco económico, la ONU puso en marcha a principios de julio un puente aéreo hacia Qamishli para lanzar comida desde el aire a los 300.000 habitantes de la región.
El primer envío fue de 40 toneladas de comida, incluyendo arroz, sal y azúcar, pero según los responsables kurdos no es suficiente. “Nos faltan frutas y verduras y no podemos importar ni exportar”, lamenta Badrane Jiya Kurd, un responsable de la administración kurda.
“Las fuerzas que apoyan militarmente a Rojava (el Kurdistán sirio) no lo hacen económicamente”, dice en referencia a Estados Unidos. “Es ayuda temporal pero no es una solución”, lamenta.
Fuente: AFP
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