Atentados en nombre de ISIS en Alemania. (Foto: EFE)

Atentados en nombre de ISIS en Alemania. (Foto: EFE)

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El temor al terror yihadista aumenta en Alemania con el segundo atentado de corte islamista en una semana, tras confirmarse que el solicitante de asilo sirio que ayer se mató al detonar una bomba en Anschbach había grabado en un vídeo su intención de atacar en el país de acogida en nombre de Alá.

Como ocurrió después de que el pasado lunes un refugiado afgano de 17 años atacara con un hacha a los pasajeros de un tren regional de Baviera, la agencia de noticias Amaq, vinculada al grupo yihadista Estado Islámico (EI, ISIS o Daesh), aseguró hoy que el suicida de Ansbach era uno de sus “soldados”.

Al igual que hizo el chico afgano, el joven sirio, que dejó a quince personas heridas al estallar su bomba, de ellas cuatro en estado grave, había grabado un vídeo en el que se declaraba seguidor de Abu Bakr al Bagdadi, líder de ISIS, y anunciaba su intención de atentar contra alemanes para vengar la muerte de musulmanes.

Con ese objetivo, según la policía, el atacante intentó entrar al festival de música que se celebraba en el centro de la ciudad con la asistencia de 2.500 personas, pero no se le dejó pasar porque no tenía entrada.

“Está claro que es un atentado con un trasfondo islamista. Si el autor estaba en contacto con ISIS se está investigando todavía”, manifestó en rueda de prensa en Nuremberg, en las cercanías de Ansbach, el ministro de Interior bávaro, Joachim Herrmann.

El hombre, de 27 años y originario de Alepo, había llegado hacía dos años a Alemania y su petición de asilo había sido denegada tras comprobarse que había recibido antes protección en Bulgaria.

La orden de expulsión a ese país quedó en suspenso por sus problemas psicológicos – había intentado suicidarse en dos ocasiones y había estado ingresado en un hospital psiquiátrico – pero se reactivó el pasado 13 de julio.

Debía abandonar Alemania en treinta días y los investigadores deben aclarar ahora si esa orden fue un desencadenante de su acción.

En el albergue en el que vivía el joven, que contaba con seis perfiles en Facebook, se hallaron materiales susceptibles de ser utilizados para fabricar bombas, como gasolina, pilas, alambres o ácido clorhídrico, según explicó el vicepresidente de la policía regional, Roman Fertinger.

La policía se incautó también de un ordenador portátil con violentas imágenes de ISIS, dos teléfonos móviles, varias tarjetas SIM y un “fajo de billetes de 50 euros”.

La explosión, que lanzó piezas de metal a veinte metros, le destrozó la aorta, el pulmón y el hígado y murió de forma inmediata.

En la autopsia se ha descubierto que tenía “heridas de guerra” en las piernas y los pies, aunque Fertinger señaló que todavía hay que investigar si había participado en combates en su país.

Durante todo el día el Ministerio alemán de Interior abogó por la cautela antes de vincular la explosión con el yihadismo.

De hecho, pocos minutos antes de que diera a conocer la existencia del vídeo en el que el joven anunciaba su intención de atentar en nombre de Alá, el titular de Interior, Thomas de Maizière, señalaba que no se podía descartar ese trasfondo islamista, pero tampoco que la causa del ataque fuera la “inestabilidad psicológica” del joven.

En una comparecencia en Berlín, De Maizière, advirtió contra la tentación de caer en una sospecha generalizada sobre los refugiados y recalcó que “la inmensa mayoría” huye de la persecución o busca de una vida mejor. Ambos debates deben ser “separados totalmente”, recalcó.

Según los datos de su departamento, en estos momentos se investiga a 59 refugiados o solicitantes de asilo por presuntas inclinaciones yihadistas, en muchos casos por indicios apuntados por compañeros de los propios albergues.

El ministro avanzó su intención de debatir con los titulares de Interior de los 16 “Länder” nuevas medidas de seguridad y señaló que la policía federal se hará más visible en aeropuertos y estaciones.

Pese a las advertencias del ministro, la derecha radical de Alternativa para Alemania (AfD) no tardó en reaccionar a la noticia del trasfondo yihadista y señaló a la política de refugiados de Angela Merkel como “el mayor peligro que ha tenido Alemania desde el fin de la guerra fría”.

En Ansbach, una pequeña población bávara de 40.000 habitantes, a 40 kilómetros de Núremberg, los ciudadanos trataban de asimilar que ese suicidio podría haber generado un matanza, de haber logrado su autor el objetivo de entrar en el recinto donde se celebraba un concierto al aire libre.

No lo logró porque no se había comprado la entrada – que cuesta entre 35 y 53 euros -. Una cantidad que, tal vez, evitó que arrastrara en su acto a algunos o algunos de las 2.500 personas que bailaban dentro del recinto, al que a él no tuvo acceso.

Fuente: EFE