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Diez años después del “Katrina”, una catástrofe que avergonzó a Estados Unidos (EEUU) ante el mundo y cuya gestión fue considerada por el propio Congreso como “un fracaso nacional”, el país aprende las lecciones para evitar otra tragedia de esas dimensiones.
La conclusión una década después es que en los días que rodearon a ese fatídico 29 de agosto de 2005 en el que el “Katrina” tocó tierra fallaron todos los niveles de Gobierno y que la Agencia Federal para la Gestión de Emergencias (FEMA, por sus siglas en inglés) no supo responder a tiempo.
El peor huracán en casi un siglo, la falta de transporte para las evacuaciones, las pésimas condiciones de los refugios, el desbordamiento de los diques en Nueva Orleans y la insuficiente preparación de los hospitales dejaron un balance de 1.833 muertos, más de un millón de desplazados, 250.000 casas destruidas, un millón de viviendas dañadas y más de 150.000 millones de dólares en pérdidas materiales.
“Fue una combinación de varias cosas. Sabíamos muchos días antes dónde iba la tormenta, pero era muy incierto dónde tocaría tierra y cuán fuerte sería en ese momento”, explicó a Efe Derek Posselt, uno de los investigadores principales del nuevo programa de la Agencia Espacial Estadounidense (NASA) para la prevención de huracanes.
El Sistema de Satélites de Navegación Global de Ciclones (CYGNSS, por sus siglas en inglés) se centra en comprender las interacciones del mar y el aire en el centro de la tormenta.
Esta misión, destinada a evitar imprecisiones como las que precedieron al ‘Katrina’ , comenzará en octubre de 2016, con ocho pequeños satélites que orbitarán alrededor de los trópicos y observarán los huracanes cada cuatro horas.
A diferencia de los satélites actuales, los nuevos ingenios de la NASA podrán continuar observando el huracán a través de la lluvia, por muy fuerte que sea.
Pero los avances en la predicción de huracanes sólo son la primera parte. La segunda, y el gran fallo tras el “Katrina”, es la respuesta para minimizar los daños cuando la naturaleza sorprende e impone su fuerza.
“Cuando algo de esa fuerza golpea una ciudad como la nuestra o como Miami o Nueva York, no hay mucho más que se pueda hacer que irse de allí”, admitía la semana pasada el alcalde de Nueva Orleans, Mitch Landrieu, que era vicegobernador del estado de Luisiana cuando el “Katrina” azotó la costa del Golfo de México.
“Irse de allí” fue precisamente lo que no pudieron hacer las decenas de miles de personas que se vieron atrapadas en una Nueva Orleans inundada, arrasada y presa de la violencia que campó a sus anchas ante el vacío de poder y control.
Muchos de ellos, la mayoría negros y personas mayores, no tenían vehículo propio para huir y los coches de alquiler se agotaron inmediatamente. El transporte público falló estrepitosamente y los autobuses escolares que se iban a fletar, nunca llegaron.
Los refugios que se habilitaron para estas personas, como el estadio “Superdome” o el Centro de Convenciones, se convirtieron, junto a los cadáveres flotando en las calles, en una de las imágenes más vergonzosas de la catástrofe: faltaba agua, comida, higiene y seguridad.
“Estaban diseñados con la idea de que la gente iría a los refugios por un corto periodo de tiempo y después se irían a casa. Nos dimos cuenta con el ‘Katrina’ que no estábamos preparados para situaciones donde la gente no podía volver a sus casas por un largo periodo”, dijo a Efe Laura Lein, profesora especializada en el estudio de hogares pobres de la Universidad de Michigan.
Otro de los profundos fallos que reveló el devastador huracán fue la escasa preparación de los centros hospitalarios para responder a una catástrofe de esas dimensiones.
“Hemos hecho grandes mejoras en el sistema de salud desde entonces, por ejemplo para acceder remotamente a los datos médicos de un paciente, uno de los grandes problemas que experimentamos durante la tormenta”, comentó a Efe la investigadora en Salud Pública JoLynn Montgomery, que en 2006 viajó con sus alumnos de la Universidad de Michigan a Nueva Orleans para contribuir a la recuperación.
“Una tormenta como esa quizás no podamos prevenirla, pero estamos mucho mejor preparados, tenemos mucha más experiencia y unos mucho mejores sistemas de comunicación y control. Si ocurriera hoy, todo el mundo respondería mejor”, consideró Montgomery.
Las heridas que dejó el “Katrina” siguen abiertas. En el quinto aniversario de la catástrofe, el presidente de EEUU, Barack Obama, denunció el “vergonzoso mal funcionamiento” del Gobierno de entonces, dirigido por el republicano George W. Bush, que tardó días en reaccionar.
El pasado jueves, Obama *visitó de nuevo una *Nueva Orleans aún en recuperación diez años después y dijo que lo que “comenzó como un desastre natural, se convirtió en un desastre provocado por el hombre”.
Bush, que hizo ayer una discreta visita a Nueva Orleans, nunca se recuperó políticamente tras el fracaso de su gestión ante el “Katrina”. Sus propios compañeros de partido llevaron a cabo la contundente investigación del Congreso que reveló 90 fallos graves cometidos en todos los niveles de responsabilidad entre el 22 de agosto y el 12 de septiembre de 2005.
“Katrina” fue un fracaso nacional, una abdicación de las más solemnes obligaciones hacia el bien común. Si el 11-S fue un fracaso de imaginación, ‘Katrina’ fue un fracaso de liderazgo”, concluía un informe que, como todo lo que rodeó al huracán, avergonzó a un país ahora conjurado a evitar una catástrofe como la de entonces.
Fuente: EFE