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Los analistas de las bolsas de valores están convencidos de que el controvertido referendo secesionista de Crimea y sus secuelas determinarán el destino de los mercados financieros hasta nuevo aviso. Sobre todo Alemania y Austria están en la mira; sus fuertes relaciones económicas con los países de Europa Oriental los convierten en los puentes del bloque comunitario hacia esa región.
Ahora que la Unión Europea (UE) tomó medidas para reprender a Moscú por auspiciar la consulta popular de Crimea y embarcarse en la que parece ser una nueva aventura expansionista, muchos temen que una espiral de sanciones y contra-sanciones ponga en peligro los intereses de Occidente en Rusia. Los políticos se rehúsan a que Bruselas flaquee ante el Kremlin, pero los actores de la economía esperan que la crisis no se intensifique.
“Pinchazos de alfiler”
“Los países occidentales no tienen interés alguno en comenzar una guerra económica con Rusia. Es por eso que las sanciones que se le impongan a Moscú serán, cuando mucho, pinchazos de alfiler”, dice Jörg Krämer, economista en jefe del Commerzbank, refiriéndose a las prohibiciones de viaje y al congelamiento de cuentas bancarias europeas que pesan sobre los rusos y ucranianos que allanaron el camino para el plebisicito.
La esperanza de Krämer y muchos otros es que estas medidas punitivas no sean el preámbulo de un duelo de sanciones económicas. Después de todo, la crisis ruso-ucraniana ya ha causado daños suficientes. “Las relaciones económicas ruso-alemanas han sufrido mucho debido al conflicto político”, sostiene Volker Trier, experto en comercio exterior de la Confederación Alemana de Industria y Comercio (DIHK).
Las ventajas de la interdependencia
“Los alemanes hemos invertido 20.000 millones de euros en Rusia. Ahora, grandes inversiones se verán congeladas y uno que otro contrato vinculado con el gasoducto se quedará en el aire”, acota Trier. Sin embargo, no todos los negocios bilaterales están en peligro. Wintershall, que es filial de la empresa química BASF y el mayor productor de petróleo crudo y gas natural en Alemania, quiere intercambiar cuotas de participación social con el gigante ruso Gazprom.
El jefe de Wintershall, Rainer Seele, asegura que todo está listo para que esta compañía se separe de negocios como la compra-venta de gas y el almacenamiento de gas. El hecho de que Alemania ponga sus provisiones de gas en manos rusas no es algo que alegre a muchos en territorio germano. Pero, según Trier, “es bueno que se acentúe la interdependencia ruso-alemana”. Eso presiona a ambos países a siempre dejar una puerta abierta para las negociaciones.
El suministro de gas como arma
Krämer tampoco cree que los rusos terminen cortándole el suministro de gas a Alemania y al resto de Europa Occidental. “Alemania recibe de Rusia un tercio de sus importaciones de gas. Eso da la impresión de que Alemania depende demasiado de Rusia. Pero hay otros países ofreciendo gas desde el Cercano Oriente y el norte de África. Y los depósitos de gas en Alemania están llenos, gracias al clima templado de este invierno”, señala Krämer.
Johannes Teyssen, jefe del proveedor de electricidad E.on, secunda a Krämer, desestimando el miedo generalizado a que una Rusia acorralada use el suministro de gas para presionar a quienes la sancionan. Teyssen alega que Rusia abastece puntualmente a Alemania desde hace cuarenta años y dice no recordar un solo día en que Moscú haya usado el suministro de gas como arma para una negociación.
Los negocios entre Alemania y Rusia siguen su curso
“Bueno, Rusia ha usado el gas como arma, pero sólo contra los Estados que están bajo su influencia directa; como Ucrania, por ejemplo”, disiente Krämer, subrayando que Rusia ha sido un confiable abastecedor de gas para Europa Occidental porque depende enormemente de esas exportaciones. “70 por ciento de los ingresos de Rusia, que es un país económicamente débil, provienen de la exportación de energía”, recuerda Krämer.
Estas opiniones pueden ayudar a explicar por qué los negocios entre Alemania y Rusia siguen su curso. Y continuarán. El 16 de marzo se anunció que la empresa energética RWE venderá su filial DEA, dedicada a la explotación de gas y petróleo, por más de 5.000 millones de euros. El comprador: un grupo de inversionistas liderado por un multimillonario ruso. Berlín puso su lupa sobre ese negocio, precisamente debido a la crisis ruso-ucraniana. Pero la empresa RWE no cree que el Gobierno alemán se oponga a la cristalización de ese negocio.
(Fuente: Deutsche Welle )
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