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Por: EFE/Elena Sánchez Laso
Madrid | Mensajes dotados de una abrumadora credibilidad y con una grandísima carga emocional, además de un lenguaje metafórico son algunos de los recursos con los que la joven activista medioambiental Greta Thunberg ha cristalizado el interés y, al mismo tiempo, el miedo de la sociedad a la crisis climática.
Greta (Suecia-2003), nieta del actor y director de cine Olof Thunberg e hija de la cantante de ópera Malena Ernman y del actor Svante Thunberg, cuenta que fue a los ocho años cuando empezó a tomar conciencia de la emergencia climática al oír hablar por primera vez del calentamiento global.
A los once, al ver que nadie hacía nada, se deprimió y dejó de hablar y de comer. Fue en esa época cuando le diagnostican el síndrome de Asperger.
En agosto de 2018, al inicio del curso, decidió abandonar por unos días las clases para protestar frente al Parlamento de Estocolmo contra la inacción de los políticos ante la emergencia climática, una protesta que acabó convirtiéndose en un acto semanal seguido por otros jóvenes dentro y fuera del país.
De ahí nació el movimiento estudiantil Youth For Climate (Jóvenes por el Clima), que se reúnen cada viernes en los denominados Fridays For Future, en defensa del planeta y ante las amenazas del calentamiento global.
Para expertos en Psicología Ambiental, Greta ha dado respuestas a una preocupación social contenida en el ambiente que la gente no sabía argumentar, especialmente la generación más joven.
Pero esa preocupación latente, afirman, no es reciente, ya estaba alojada en las “moléculas invisibles de toda la sociedad” y Greta la ha “materializado”, lo que ha propiciado que la sociedad reconozca la crisis climática como un problema de gran relevancia y peso.
Thunberg, que no utiliza el avión por las emisiones contaminantes, viaja ahora hacia España en un catamarán, patroneado por una pareja de australianos, para asistir a la Cumbre del Clima de Madrid, evento que algunos no dudan en calificar como la “Cumbre de Greta”, quien con solo 16 años ha conseguido ser ya todo un icono del compromiso internacional climático.
La voz de Greta se hizo oír ya en diciembre de 2018 en la cumbre del clima, la COP24 de la ONU en Katowice (Polonia); en el Foro de Davos (Suiza) en enero de 2019, un mes después en la Eurocámara en Bruselas, en julio en la Asamblea Nacional de París y el 23 de septiembre en las cumbres de la ONU sobre cambio climático y sanidad universal.
A partir de ahora, lo más importante es que los lideres políticos se aprovechen de las movilizaciones para convertirlas en un episodio de “mayor consenso social” en la lucha climática y superar así el drama planteado entre los escépticos y negacionistas del calentamiento, inciden los expertos.
En su opinión, la figura de la joven constituye un fenómeno “muy positivo”, capaz de generar una fuerte contestación social en un mundo marcado por “la ausencia de referentes éticos”, como demostró con su desafiante discurso ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU) el pasado septiembre.
En aquella alocución, de apenas dos minutos de duración, Greta acusó a los Gobiernos y a la sociedad civil de omisión y traición frente al cambio climático: “Han robado mis sueños y mi niñez con sus palabras huecas”.
Para los expertos, el tono empleado por la adolescente durante el discurso resultó ser “muy apremiante” para los líderes mundiales, lo que demuestra el nivel de exigencia y urgencia de la joven activista ante los efectos de un escenario incierto de calentamiento global.
Otro de los logros alcanzado por Greta ha sido el uso “trans-biográfico” que ha hecho la joven del problema ambiental: “Lo ha personalizado en ella y en el resto de jóvenes de su generación, porque se trata de un problema que atañe a todos, es el futuro”, afirman.
Comentarios surgidos en algunos foros sociales apuntan a que el discurso de lucha inter-generacional propugnado por la activista podría recordar a las proclamas surgidas de las revueltas estudiantiles y culturales de mayo del 68.
En este punto, los expertos consultados son tajantes: las revueltas son importantes por “el poso que dejan y no por el ruido que hacen” y, por lo tanto, es necesario esperar para ver y analizar en profundidad el poso de Greta, que, hoy por hoy, es muy positivo.
Ya han surgido casos recientemente en Madrid y en otros puntos de América Latina de niñas que han emprendido su particular lucha contra la crisis climática emulando a Greta, que se ha convertido así en modelo para cientos de miles de estudiantes y adolescentes de Europa y del mundo, conocidos como “Generación Climática” o “Generación Z”, la de las redes sociales.
“Greta Thunberg no ha creado una realidad”, opinan los especialistas, sino que ha sabido reflejar una preocupación existente con efectos en la movilización de la gente joven y en la responsabilidad de un futuro mejor.
Fuente: EFE
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