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Tras oficiar la Misa Crismal en el Vaticano, el papa Francisco abandonó la Santa Sede para dirigirse hacia la cárcel de menores de Roma, “Casal del Marmo”, donde encabezó una ceremonia litúrgica con motivo del Jueves Santo.
El pontífice argentino conmemoró la última cena de Jesucristo y sus discípulos con el tradicional lavado de pies a personas humildes y en dificultad, acto que no fue transmitido por televisión a pedido del propio líder eclesiástico.
“Quien está en lo más alto debe servir a los otros. Esto es un símbolo y un gesto: lavar los pies quiere decir que estoy a tu servicio”, explicó el papa a un grupo de 50 detenidos de varias nacionalidades.
“Piensen que con esta ceremonia de lavarse los pies se demuestra que se está dispuesto a ayudar a los demás. Piensen que es como una caricia de Jesús, porque vino para eso, para ayudarnos”, dijo el pontífice.
La ceremonia, que fue amenizada con cantos y música de guitarra, fue transmitida solo por la emisora del Vaticano para proteger a los internos.