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Ocho objetivos se propuso en 2002 alcanzar la comunidad internacional para lograr una mayor equidad y justicia social en el planeta. Los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM), incluyen desde el reducir la pobreza extrema hasta frenar la propagación del SIDA y garantizar el acceso a una educación primaria.
Fueron establecidos con la mira en 2015, sin embargo, según el economista Pedro Morazán, experto de la organización Südwind, cinco de ellos no serán cumplidos y el primero, el reducir a la mitad la pobreza extrema, será logrado sólo si se consideran las estadísticas de China. El gigante asiático ha roto un récord histórico y mundial por su acelerada reducción de la pobreza extrema.
“Existe una enorme preocupación. Es necesario reeditar una agenda para formular los objetivos y que éstos vayan mucho más allá de lo que se había propuesto la agenda del Milenio en el año 2000”, afirma Morazán. “Quitando a China la pobreza no ha sido reducida sino incluso en algunos países ha aumentado, especialmente en África. También Latinoamérica tiene algunos casos que preocupan, como Haití y Honduras.”
“Pero incluso países que han reducido la pobreza como Brasil o Perú están viéndose confrontados con un mantenimiento de la desigualdad y de una serie de problemas que muestran que existe una situación social en el continente que no ha sido superada”, afirma el directivo de la organización no gubernamental con sede en Siegburg, en la parte occidental de Alemania.
La inequidad, agenda pendiente
El abogado y economista hondureño advierte que Latinoamérica tiene una agenda pendiente. “Debe tener como objetivo no sólo la reducción de la pobreza sino de las inequidades. No sorprenden las protestas en Brasil considerando la situación de desigualdad en la que se encuentra el país pese a los enormes progresos económicos. Lo mismo sucede en México y en el Perú, en donde ha habido un crecimiento económico sustancial pero la reducción de la pobreza no ha tenido la misma intensidad, incluso en muchos casos ha aumentado”.
Morazán subraya que la desigualdad no es la simple noción de brecha entre ricos y pobres. “Hay que analizarla desde su multidimensionalidad. Existen desigualdades entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres, entre negros y blancos, indígenas y no indígenas, entre regiones, ciudades y campo”, explica. Para poder combatir la desigualdad, al igual que la pobreza extrema, hay que comprender los distintos tonos en los que se manifiesta.
“Latinoamérica tiene las ciudades más grandes del mundo en donde ha emigrado una enorme cantidad de población proveniente del campo. Las protestas de Brasil no tienen como protagonistas a los líderes del movimiento “sin tierra”, sino a los del “sin techo”. Enormes cantidades de personas que viven en los suburbios en carpas, en uno de los países más prósperos de América Latina, que además tiene problemas de transporte, lo que impide que muchos se desplacen a puestos de trabajo, condenándolos a quedar excluidos de los procesos productivos”.
El experto advierte que lo mismo sucede en México y en Perú. “Una agenda post-2015 que no incluya el problema de superar las desigualdades sería una agenda incompleta.
La solución: “policy mix”
El analista reitera que para atacar el problema es necesario una combinación de políticas públicas, algo que los expertos en administración pública saben, pero no siempre tienen el tino para diseñarlas e implementarlas. “Cuidar la macroeconomía es fundamental”, dice aludiendo a la importancia del buen estado de salud en las cuentas públicas, la balanza de pagos, la estabilidad de precios, el nivel del empleo, que son indicadores del bienestar de una sociedad.
“Si se descuida la macroeconomía puede ocurrir lo que le está pasando a Venezuela. La indisciplina fiscal y el asistencialismo ha llevado a ese país a las tasas de inflación más altas del mundo, un promedio de más del 57% este año. Pero si se le da prioridad únicamente al equilibrio macroeconómico que beneficia solamente al sector empresarial, a costa de políticas redistributivas, pasa lo que en México, que ha producido a uno de los hombres más ricos del mundo, Carlos Slim, y tiene regiones en Chiapas y Guerrero, que son comparables con las más pobres de Centroamérica y del mundo”.
Morazán insiste que Brasil tiene problemas que hay que tomar en serio, que se mantendrán después de la Copa Mundial de Fútbol, y recuerda que hay que analizar las experiencias exitosas, como la de Ecuador, y también las que han fracasado como en Venezuela, para poderlas evitar.
“El modelo económico de América Latina está muy orientado al sector primario exportador. Todavía son sociedades agrarias con alto grado de exportación de materias primas. Su vinculación al mercado nacional todavía es muy frágil. No hay una solución estándar para todos”, dice aludiendo a la mezcla entre Estado y mercado que cada uno necesita.
(Fuente: Deutsche Welle )