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La organización Human Rights Watch (HRW) denunció hoy que las autoridades de Estados Unidos no se esfuerzan lo suficiente para evitar las muertes por sobredosis de opiáceos en su territorio, en referencia a las restricciones al fármaco Naloxone (naloxona).
Segunda oportunidad: prevención de sobredosis, Naloxone y derechos humanos en los Estados Unidos es el título de un informe sobre este problema presentado hoy por HRW en Miami, con motivo de la ampliación de un programa de salud creado por la Universidad de Miami (UM) para los consumidores de drogas.
Al acto asistió Joy Fishman, viuda del creador del Naloxone, Jack Fishman, y madre de un joven muerto por sobredosis.
La mujer se emocionó al hablar sobre ambos y con la voz quebrada agradeció que la nueva unidad móvil, que gracias a este programa va a recorrer las calles de Miami para que los consumidores de drogas puedan cambiar sus jeringas usadas por otras nuevas, lleve el nombre de su hijo, Jonathan Stampler.
La unidad móvil se propone también educar a los consumidores sobre el uso del Naloxone, una droga genérica que revierte eficazmente los efectos de las sobredosis si se administra al afectado poco tiempo después de que ocurra.
Cualquiera persona puede administrar el medicamento con un mínimo entrenamiento, pero, como denuncia el informe de HRW, por diversas razones, no está al alcance de los consumidores de heroína, fentanyl y otros opiáceos en Estados Unidos.
“La medida más fácil y efectiva que el Gobierno federal y los de los estados pueden tomar para frenar esta ola de muertes por sobredosis de opiáceos es hacer que Naloxone sea más fácil de conseguir”, anotó Megan McLemore, investigadora de HRW.
A juicio de McLemore, “el Naloxone debería ser tan fácil de conseguir como el Tylenol”, un popular analgésico en el país.
Sin embargo, las leyes penales, los elevados precios del fármaco, que siguen subiendo, el que no sea administrado sin receta y otros obstáculos impiden que esté al alcance de “los que más lo necesitan”.
Según HRW, entre 2010 y 2014, se revirtieron en Estados Unidos al menos 30.000 sobredosis con este medicamento, que en la mayoría de los casos fue aplicado al afectado por personas que estaban junto a él.
Las muertes por sobredosis de drogas en EE.UU. superaron en 2016 las 33.000 y han aumentado un 137% desde el año 2000. El aumento es del 200% si solo se tienen en cuenta las provocadas por opiáceos.
El problema es mayor en el área rural que en las ciudades. En el campo hay un “alarmante aumento” de la muerte de mujeres por sobredosis, dice el informe.
HRW destaca que en esas altas cifras influye el hecho de que los testigos de una sobredosis a veces son reacios a llamar al teléfono de emergencia para no tener problemas con la justicia y también que no todos los departamentos de policía del país cuentan con Naloxone.
El informe también destaca que existe preocupación por las señales de que el Departamento de Justicia tiene intención de aplicar legislación sobre drogas y su castigo con mayor rigor, lo que puede poner a los consumidores en el trance de tener que ocultarse y alejarse de los servicios de salud de Estados Unidos.
“Una nueva guerra contra las drogas puede dar como resultado menos llamadas al 911 y pérdida de vidas”, advierte McLemore.
En el informe se destaca que el canje de jeringas, que disminuye el riesgo de enfermedades contagiosas entre los drogodependientes, solo esta autorizado en 21 estados y el distrito de Columbia, donde se asienta la capital del país.
Por su parte, la viuda del creador del Naloxone dijo que el IDEA Exchange es un “espacio seguro” donde las personas pueden ir sin ser “juzgadas”, y pidió a los que consumen drogas que sean “drogadictos vivos si esa es su elección”.
María Luisa Alcayde, del sistema de salud de la UM, señaló a Efe que desde que se comenzó a administrar Naloxone en Miami, “hace pocas semanas”, se salvaron ya nueve vidas.
Alcayde, de nacionalidad española y especialista en enfermedades infecciosas, explicó que se trata del mismo tipo de programas que se pusieron en marcha en Europa “hace 30 años” y que ayudaron en aquella época a que el número de infectados por VIH descendiera.
Uno de los voluntarios de la campaña IDEA Exchange, Carlos Franco, que fue consumidor de drogas, contó a Efe que empezó por su cuenta “a finales de los setenta” a intercambiar jeringas viejas por nuevas.
Por ello, según sus palabras, fue arrestado en varias ocasiones aunque no condenado por la Policía de Miami, hoy presente apoyando esta causa contra las muertes por sobredosis de drogas.
Fuente: EFE