Con la app, disponible desde hace unas semanas, la usuaria determina un punto de recogida y destino. (Pixabay / StockSnap)

Con la app, disponible desde hace unas semanas, la usuaria determina un punto de recogida y destino. (Pixabay / StockSnap)

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Dos hombres egipcios que estudiaron en Londres, Inglaterra, se inspiraron en el rol activo de las mujeres en una sociedad abierta como la británica y regresaron a su país natal para lanzar una app de taxi femenino para poner freno al acoso sexual y ofrecer trabajo a las mujeres, más afectadas por el desempleo en Egipto.

Mostafa El Kholy y Abdallah Hussein, dos jóvenes egipcios de 26 años, pusieron en marcha hace dos meses Fyonka (lazo, en árabe), una app similar a Uber pero que solo ellas pueden usar, tanto conductoras como clientas.

“En Londres vimos que las mujeres juegan un papel prominente en la sociedad. Pueden trabajar en cualquier cosa y son libres de hacer lo que quieran”, explican a EFE los emprendedores, quienes lamentan que en Egipto existan “barreras familiares y sociales” que impiden a las mujeres trabajar en ciertos sectores, como el taxi.

Actualmente, este país de 100 millones de almas tan solo cuenta con una población activa de 5,3 millones de mujeres, quienes además tienen una tasa del desempleo del 21,4 %, dato que triplica al de los hombres, según la agencia de estadísticas estatal.

Ahora, Fyonka emplea a una treintena de conductoras y está entrenando a 200 más para, poco a poco, abrir la puerta a “empleos tradicionalmente no aceptables” para mujeres, aunque ese no es su único cometido.

De acuerdo con datos de Naciones Unidas, 4 de cada 5 mujeres sufren a diario alguna forma de acoso sexual en los taxis y el transporte público de Egipto, un país en el que el 99,3 % de las mujeres han sido acosadas o asaltadas sexualmente en algún momento de sus vidas, según la misma institución.

“Es por todo esto que quisimos hacer algo para las mujeres egipcias”, explican los empresarios, que vieron un “nicho de mercado” en Egipto desde Londres, a 3.500 kilómetros de El Cairo.

Las miradas, comentarios y acercamientos desde el asiento del conductor son constantes, por eso “muchas jóvenes demandaban este servicio a causa de la inseguridad que existe”, relata a EFE El Kholy.

Nermin Nour es conductora, ha trabajado para otras empresas de taxi y, aunque asegura que personalmente no ha sufrido ningún “incidente grave”, a sus 45 años ha decidido unirse a la flota de 30 conductoras de Fyonka para garantizar su propia seguridad y para asegurar que las jóvenes egipcias lleguen “sanas y salvas” a casa.

Nour afirma que, en el mejor de los casos, los conductores “hablan de forma insinuante a las chicas, fuman dentro del coche mientras las miran para hacerlas sentir incómodas”, el motivo principal por el que las egipcias optan por sentarse siempre en los asientos traseros.

El año pasado se generó una gran controversia en las redes sociales de Egipto cuando una joven cairota difundió un vídeo en el que abofeteaba a un taxista después de que éste le acariciara la pierna, una situación que decidió denunciar para romper el silencio que guardan miles de egipcias a diario.

“Es obvio que (Fyonka) es más seguro para las mujeres, se pueden sentar de una forma natural sin tener que preocuparse por su posición corporal y sin ningún riesgo”, asiente la conductora.

Con la app, disponible desde hace unas semanas, la usuaria determina un punto de recogida y destino y, para garantizar la seguridad de las pilotos y las clientas, el sistema incorpora un sistema de confirmación visual y un botón de emergencia que permite bloquear el coche en caso de que el usuario no sea una mujer.

Tras el lanzamiento del servicio, El Kholy y Hussein aseguran que recibieron críticas por el hecho de que dos hombres dirigieran un proyecto exclusivo para mujeres, pero ellos rechazan que se trate de “paternalismo”.

“Queremos empoderar a las mujeres y para eso son los hombres que tienen que cambiar porque no hay igualdad de género. Por eso trabajamos en esta iniciativa, para cambiarnos a nosotros mismos”, sentencia El Kholy.

EFE