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Cuando sale a la calle, Judy Hawkins ve como su barrio cambia. Trabaja en el centro social “Bread for the city” (Pan para la ciudad), donde entrega alimentos, ropa y asesoría a los necesitados. Vive desde hace años en Anacostia, un barrio al sudeste de Washington. Donde antes había fachadas que se caían y licorerías, hoy hay casas unifamiliares con césped cortado y carteles de “prohibido el paso”. “Hoy los blancos habitan esas casas”, aclara, “eso no existía antes”.
Anacostia está cambiando. Lo que fue una buena señal para un barrio con un índice desempleo superior al 17%, ahora hace plantear la pregunta: ¿para quién es este cambio? “Ahora que se remodelaron escuelas y casas, parece que no se hizo para nosotros”, dice la afroamericana. El problema más grave es el precio de la vivienda, cree su compañera Aja Taylor: “Las reformas emprendidas están bien, pero los que vivían aquí antes también deberían beneficiarse de ello”.
De la esclavitud a Chocolate City
Washington y la población afroamericana tienen mucha historia en común. La Casa Blanca y el Capitolio fueron edificados por esclavos. La ciudad también fue un imán para ciudadanos negros tras la abolición de la esclavitud. Los jóvenes afroamericanos pudieron estudiar en la universidad Howard y en 1957, Washington fue la primera ciudad en EE.UU. en tener más ciudadanos negros que blancos, ganándose en esa época el apodo de “Chocolate City”.
Actualmente, esta tendencia está en retroceso. En 2011, la población afroamericana descendió por debajo del 50%, frente al 71% de 1960. Según los expertos, la causa directa es el aumento del atractivo de la ciudad y la consiguiente gentrificación.
“Washington es más cosmopolita”, aclara Ethelbert Miller, director del Centro de Recursos Afroamericanos de la Universidad Howard, que vive aquí desde 1968. “Entonces estaba todo separado por razas”, aclara, sentado en un restaurante de la calle “Black Broadway”, antiguo centro de la escena cultural negra. “Aquí no se venían blancos”, continúa el profesor.
Después vinieron los solarios, un símbolo indiscutible de que las cosas habían cambiado, sigue Miller. Nuevos restaurantes, tiendas y precios al alza… Ahora, los blancos habitan el barrio mientras los afroamericanos viven en la calle.
Sistema escolar injusto
Hawkins cree que hay diferencia de oportunidades entre negros y blancos. Esto ni siquiera ha cambiado con la elección de Obama: “Cuando yo era joven me decían: ve a la escuela, trabaja duro y sobrevivirás. Ahora mis hijos han crecido y me dicen: lo que nos contaste era un cuento”.
Para conseguir mayor igualdad hay que cambiar el sistema escolar, cree Robert Cottrol, de la Universidad George Washington. “Los ciudadanos acomodados del DC envían a sus hijos a escuelas privadas o se mudan a barrios más ricos”. Pocos afroamericanos pueden permitirse eso.
Sherita Evans, colega de Hawkins, confía en tener más recursos para la educación en Anacostia. “No quiero ver crecer a más jugadores de baloncesto”, aclara. Ella cree necesario educar más sobre política en las escuelas. Porque 50 años tras la proclamación del Acta de los Derechos Civiles, todavía queda mucho por hacer en Washington.
(Fuente: Deutsche Welle )