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Las relaciones entre la presidenta argentina Kirchner y el sumo pontífice no siempre han sido buenas. Es una historia de encuentros y desencuentros. Pronto van a almorzar juntos. Será la cuarta vez que compartan la mesa.

Cristina Fernández de Kirchner no suele mostrar sus debilidades abiertamente. Cuando a finales del año 2013, acechada por una grave enfermedad, la presidenta argentina se sometió a una intervención quirúrgica, evitó exponerse al público hasta que no se recuperó del todo.

Kirchner rompió con esta regla el pasado día 19 de agosto. Mantuvo una conversación por teléfono con el Papa Francisco. “Necesito su ayuda”, le pedía la presidenta argentina al primer pontífice de origen latinoamericano.

Fue un movimiento sin precedentes: La mandataria argentina, que se encuentra en un rifirrafe con inversores estadounidenses por los llamados “fondos buitre”, lanzaba una llamada de socorro al mayor representante de la fe católica en tierra.

Kirchner finalmente llegó a conceder así que tenía más cosas en común con Francisco. Algo que ella largo tiempo no estaba dispuesta admitir. A saber: una posición crítica hacia los mercados financieros y el desatado capitalismo global.

“Las deudas son inmorales, injustas y no legítimas”, ya decía el entonces cardenal Bergoglio, cuando aún era arzobispo en Buenos Aires.

Desconfianza y hostilidad

Ahora parece que Kirchner se ha acordado de aquellas palabras. Para entender la envergadura de este repentino paso hay que mirar hacia atrás. Cuando el cardenal argentino fue elegido Papa, la presidenta tardó en felicitarle. Luego, el kirchnerismo mantuvo férreamente la tesis de que Bergoglio había colaborado con el último régimen militar (1973-1983), cosa que no logró probar. Este acto hostil, sin embargo, sí que probó lo profundo del abismo entre el gobierno de Kirchner y el papa Francisco.

El hecho que Kirchner acuda ahora al Papa tiene que ver además con la gran reputación mundial del mandatario católico, que también es muy popular en su patria argentina.

Sin la ayuda de Eduardo Valdés sin embargo este nuevo acercamiento no hubiese sido posible. El que ya fue viceministro de Exteriores bajo el difunto presidente Néstor Kirchner se ocupó de que el tono entre la presidenta y el papa se moderara. Tanto, que ya se habla de una relación de cordialidad más bien personal entre Cristina Fernández de Kirchner y el papa Francisco.

Pronto los dos almorzarán juntos, solo días antes del 24 de septiembre, cuando Kirchner pida ante las Naciones Unidas ayuda en su lucha contra los hedgefonds. Será la cuarta vez que compartan la mesa. “El papa Francisco viene para subrayar la importancia de la paz mundial y el problema del desempleo juvenil en Europa”, comenta Eduardo Valdés al conservador diario argentino La Nación.

Preocupación por Argentina

El jefe de protocolo del Vaticano, Guillermo Karcher, apunta que el pontífice católico hablará también del problema de las deudas que el gobierno argentino tiene con sus deudores estadounidenses.

Y hay otro tema, que el Papa vaya posiblemente a tocar durante el almuerzo. “Francisco está preocupado por la gobernabilidad de Argentina y del estado de su democracia”, indica Karcher. Aparentemente el Papa y la presidenta mantienen una intensa correspondencia electrónica. Y parece que el papa Francisco le transmite consejos en materia de política social.

Pero de ahí a que el sumo pontífice apoya toda la política de Kirchner, hay todavía un trecho de diferencia.

(Fuente: Deutsche Welle )