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Desde hace más de una década varias compañías ofrecen convertir restos humanos incinerados en diamantes. Según estas empresas, crece la popularidad de este modo de inmortalizar tanto a personas como a animales.
Para la elaboración de la joya, el cliente debe mandar una pequeña parte del cuerpo del muerto, como una uña o un cabello, al laboratorio. Bajo temperaturas que rondan los 2.000 grados centígrados y una elevada presión atmosférica, el material formará un diamante artificial que tendrá la misma composición química que uno natural.
El proceso de elaboración dura unos tres meses y el precio del diamante más pequeño es de unos US$5 mil.
Algunas de las empresas que forman parte de la denominada industria del ‘diamante humano’ son la suiza Algordanza y la estadounidense LifeGem, la cual también crea diamantes con restos de mascotas.
El fundador y director ejecutivo de Algordanza, Rinaldo Willy, explicó al portal de noticias NPR que la idea se le ocurrió hace una década y que desde entonces, la base de clientes se ha expandido a 24 países.
Anualmente la firma convierte los restos de entre 800 y 900 personas en diamantes. La mayoría tiene un tinte azulado debido al boro que tiene el cuerpo humano. Sin embargo, la joya de cada persona es única, aseguró.
Buena parte de los pedidos que recibe la compañía suiza provienen de personas cuyos familiares fallecieron recientemente, pero hay quienes de antemano piden que sus restos mortales sean convertidos en joyas.
Willy, quien a menudo se encarga de realizar las entregas, afirmó que los familiares siempre muestran alegría cuando les entrega el diamante.
“Sienten que, de alguna manera, su ser querido regresa a casa en forma brillante”, señaló.
Fuente: RT en español