Foto referencial. (Cortesía Wikimedia)

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El tráfico y trata de seres humanos genera tantas ganancias como el narcotráfico. Centroamérica combate este delito por medio de una coalición que será presidida desde esta semana por Guatemala.

“La pobreza, el desempleo y la falta de oportunidades de desarrollo”. Con esas razones explica Claudia Hernández, directora de la Fundación Sobrevivientes de Guatemala, el fenómeno de la trata y tráfico de personas que parece incrementarse en América Central y el Caribe. De acuerdo a cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), se trata de un lucrativo negocio.

Solo en esa subregión, el trabajo forzoso de secuestrados o personas obligadas a vivir en condiciones de esclavitud afecta a 1,8 millones de seres humanos y genera ganancias totales por 12.000 millones de dólares al año. Gran parte de ese dinero proviene de la explotación sexual de mujeres y niñas.

Precisamente para combatir ese horroroso delito, impensable en pleno siglo XXI, El Salvador, Nicaragua, Honduras, Costa Rica, Guatemala, Belice, México y República Dominicana crearon la Coalición Centroamericana contra la Trata y el Tráfico Ilícito de Personas, como una instancia que permita coordinar políticas contra un negocio que repleta de dinero los bolsillos de los traficantes mientras destruye las vidas de millones de personas. La OIT incluso pone a la altura del tráfico de drogas el nivel de dinero que se mueve con la trata de seres humanos.

La Coalición Centroamericana se reunirá los próximos 11 y 12 de septiembre en San Salvador, donde le será entregada la presidencia del organismo a Guatemala, como reconocimiento a los avances que ese país ha tenido en la materia, gracias a políticas desarrolladas por la vicepresidenta Roxana Baldetti, como la creación de albergues para atención inmediata de las víctimas y también la formación de una unidad policial especialmente dedicada a investigar estos delitos. En la reunión también se acordarán las medidas que adoptará el bloque el año 2015.

Aporte alemán

Además de la lucha que realizan los gobiernos de la región, numerosas ONG aportan su experiencia desde distintos ángulos. Centro de Derechos de Mujeres, Refugio de la Niñez y Fundación Sobrevivientes son algunas de esas organizaciones, muchas de las cuales cuentan o han contado con la ayuda técnica y financiera del gobierno alemán por medio de la Deutsche Gesellschaft für Technische Zusammenarbeit (GTZ) del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania (BMZ). Asimismo, ONG alemanas como Kindernothilfe han prestado sus conocimientos y aportes monetarios para diversas iniciativas en la región.

Fundación Sobrevivientes, de hecho, ha contado con el apoyo de Kindernothilfe. Su directora, Claudia Hernández, cuenta a DW desde Guatemala que en el último tiempo los gobiernos han adoptado medidas para evitar el tráfico y la trata de personas, aunque todavía no se ataca el fondo.

“Los gobiernos no ven el tema de la migración como algo prioritario y no existen programas para evitar que más ciudadanos busquen salir de sus países para llegar a Estados Unidos exponiendo su vida”. Para ella, la falta de oportunidades y la generación de un círculo vicioso de violencia y más violencia por el narcotráfico y las pandillas, explican el incremento en el número de personas que quieren llevar una mejor vida en EEUU, a la búsqueda de un presunto “sueño americano”.

Un camino corto

El problema es que para llegar al destino deben pasar por muchas dificultades, como “adquirir deudas para hacer el recorrido, pagándole miles de dólares a un ‘coyote’ que los llevaría de forma segura. Sin embargo, muchas veces corren peligros de secuestro y violaciones. Los traficantes trasladan a las personas desde sus países de origen hasta Estados Unidos, y para eso necesitan estar organizados y se vuelven organizaciones criminales”, dice Hernández, que creó junto a su madre la Fundación Sobrevivientes al ver la impunidad con que se abusaba sexualmente de menores de edad en su país.

En esos viajes, dice Hernández, los migrantes “pueden enfrentarse a diversas situaciones, como ser testigos o víctimas de una violación, ser secuestrados por narcotraficantes para pedir rescate, o ser víctimas de trata de personas con fines de explotación sexual o laboral”. El camino entre ser un migrante y convertirse en secuestrado y luego en víctima de la trata es muy corto, y muchas mujeres terminan como esclavas sexuales, niños como “mulas” del narcotráfico y hombres como soldados de pandillas criminales o esclavos.

“La existencia del trabajo forzoso no puede ser aceptada, estamos frente a una violación flagrante de los derechos humanos convertida en un próspero negocio ilícito”, dijo la Directora Regional de la OIT, Elizabeth Tinoco, al exponer el problema.

(Fuente: Deutsche Welle )