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El cáncer es una enfermedad que se puede curar siempre y cuando se detecte rápidamente; sin embargo, hay algunos tipos cuyos síntomas pueden confundirse con otros males, como es el caso del cáncer infantil.
En el mundo cada 2 minutos se diagnostica un niño con cáncer, llegando a ser 300,000 casos anualmente y el 80% de ellos viven en países en vías de desarrollo. En el Perú se estima que al menos 1300 niños y adolescentes menores de 18 años serán diagnosticados anualmente de cáncer, de ellos aproximadamente el 56% serán niños y 44% niñas. En menores de 15 años, la leucemia es el cáncer más común (la tercera parte del total de casos), seguido de los tumores cerebrales (20%) y linfomas (12%), según el Ministerio de Salud.
“Lamentablemente en nuestro país dos de cada tres niños peruanos que son diagnosticados de cáncer llegan en nivel tres es decir con la enfermedad avanzada y otros hasta en nivel cuatro, lo que significa que estos niños tienen entre 30% y 20% de posibilidades de curarse. Todo padre de familia debe conocer los síntomas del cáncer infantil, su apoyo es vital para salvar más vidas”, indicó Sharon Chávez, oncóloga pediatra del Instituto Nacional de Enfermedades Neoplásicas.
¿Qué debe llamar la atención?
Los síntomas del cáncer infantil en un principio pueden confundirse con situaciones comunes en los niños como un resfrío viral, fiebre, pérdida de peso, falta de apetito, palidez, fatiga, a primera vista se puede subestimar estos signos.
En el marco del Día Mundial de Lucha contra el Cáncer Infantil, la oncóloga Sharon Chávez explica todo lo que los padres no deben dejar pasar y de detectar alguno de estos puntos, llevar de inmediato al menor a un chequeo de descarte.
• Fiebre, pérdida de peso y apetito, palidez, fatiga, sangrados o moretones de fácil aparición, persistentes e inexplicables.
• Bultos en abdomen, pelvis, cuello y cabeza, extremidades, testículos, ganglios.
• Dolor en huesos, articulaciones, espalda y fracturas fáciles.
• Manchita blanca en el ojo, estrabismo, ceguera o pérdida de visión, protuberancia del globo ocular.
• Signos neurológicos como cambios de conducta, trastornos de equilibrio, marcha, dolor de cabeza, agrandamiento de la cabeza.
• Vómitos por la mañana, estados febriles recurrentes no relacionados con infecciones.