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Una “catástrofe, crisis total”, dicen muchos argentinos que pasaría si se vieran obligados a hacer caso a la alerta lanzada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) sobre los riesgos de comer embutidos y carnes rojas en general.

Famosos internacionalmente por sus carnes de res, los argentinos desconfían de la advertencia hecha el pasado lunes por la OMS de que comer carne procesada como salchichas, embutidos o preparaciones en conserva es cancerígeno para los humanos, mientras que consumir carne roja “probablemente” también lo es.

“Yo una vez a la semana paro en los puestos de la calle para comer hamburguesas porque es rápido y económico”, dice a Efe Dylan, de 22 años, ante uno de los tantos puestos callejeros de comida rápida que pululan en Buenos Aires.

Desoyendo la alerta, asegura que “todos necesitan algo de carne en cierta cantidad” para vivir y no se va a “privar” de comerla.

Esa “cierta cantidad”, en Argentina, es la más elevada de Latinoamérica y una de las más altas del mundo: el consumo promedio anual de carne de bovino ronda actualmente los 60,4 kilos por habitante en el país suramericano, aunque lejos del máximo de 68,3 kilos alcanzado en 2009, de acuerdo a datos de la Cámara de Industria y Comercio de Carnes y Derivados de Argentina (CICCRA).

“Lo que dicen es una tontera. No creemos que nos afecte para nada en las ventas”, dijo a Efe el presidente de la CICCRA, Miguel Schiariti.

Para el representante de los industriales del sector, el informe difundido por la OMS “no tiene ninguna relevancia” y, “si no fuera proveniente de un organismo tan importante”, “pensaríamos que es un lobby de la carne blanca”.

En el eslabón final de la cadena comercial, las carnicerías tampoco creen que la alerta tenga efecto alguno entre los consumidores argentinos.

“Es imposible. La gente está muy acostumbrada a comer carne”, afirma Pascual, dueño de una carnicería en la capital argentina, donde ningún cliente se mostró temeroso de seguir comiendo carnes o embutidos.

Su vecino en el mercado, Sergio, que maneja un puesto de venta de fiambres, es tajante cuando se le pregunta qué podría pasar si a los argentinos se los priva de comer una buena tabla de fiambres o un asado: “Crisis total, caos”.

“Pienso que no es necesario. Hace más de 30 años que vendo fiambre, que lo consumo, y, sin abusar, para mí no hay ningún problema. Pero para los argentinos sería una catástrofe si lo tenemos que sacar de la dieta, sobre todo el asado, no tanto el fiambre”, analiza.

Enrique Onetto, dueño de un bar donde se venden platos a base de carnes y embutidos, admite que en Argentina se comercializan chorizos y embutidos frescos que en su elaboración incluyen “cortes de la vaca que no están permitidos, para abaratar el producto”.

“Pero acá se comió siempre carne. En el campo se estila comer permanentemente embutidos y asados. Es tradicional. Y hay gente que vive 100 años o 105 años”, asegura, sin temor alguno a que bajen sus ventas.

Francisco Méndez vende por Internet “picadas”, como se conocen en Argentina a las apetitosas tablas de fiambres y quesos, y la noticia de la advertencia mundial le suscita desconfianza.

“Puede haber grupos de intereses detrás… Pero no creo que los fiambres sean cancerígenos porque los frigoríficos que producen tienen mucho cuidado. Hace unos meses dijeron lo mismo sobre el salmón, que era más peligroso que una hamburguesa, y no veo que dejen de vender salmón. Creo que es una noticia que, así como vino, pasa”, dijo Méndez a Efe.

“Sin comentarios”, responden, algo molestos con la noticia, en una entidad dedicada a la promoción de la carne vacuna de Argentina, país donde hay más vacas que habitantes y que, además de ser un voraz consumidor de este producto, es uno de los mayores productores y exportadores mundiales de carnes y derivados.

Entre los enojados y los rebeldes con la OMS, un puñado contracorriente: los veganos argentinos, algo así como “la voz que clama en el desierto”.

“Hace más de 2.000 años que Hipócrates, que era vegetariano, hablaba de los peligros de la proteína animal para la salud humana. Nos alegra que la OMS haya emitido este comunicado, pero nos gustaría que lo hiciera extensivo a los lácteos. Seguramente esto haga que aumente el número de vegetarianos”, dijo a Efe Manuel Martí, fundador de la Unión Vegetariana Argentina.

Martí, representante además para Latinoamérica de la International Vegetarian Union, es directo: “La mayoría de las personas enfermas, que están llenando los hospitales, no son vegetarianas”.

“Se sabía perfectamente que la carne daba cáncer, pero esto termina de afirmar todo”, subraya Nagual Bones.

Para este vegano de 34 años la alerta es “un paso adelante”, aunque admite que será “difícil” que los argentinos le digan adiós a la carne.

(Fuente: EFE)


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